El 29 de noviembre de 1223, el Papa Honorio III aprobó la Regla de la primera Orden Franciscana. Dicho acontecimiento es fundamental para el carisma franciscano por dos motivos: el primero porque a través de ello se reconoció oficialmente al interno de la Iglesia como una forma válida de vivir el cristianismo y el segundo, porque a través de él se da una orientación escrita del camino a seguir para vivir el estilo de vida propuesto por Francisco de Asís y por los primeros hermanos.
Al cumplirse ochocientos años de esa memorable fecha la Primera Orden (actualmente compuesta por tres expresiones: observante, conventual y capuchina) invitó a una celebración el 29 de noviembre de 2023 en la Basílica Catedral San Juan de Letrán en Roma. En dicho evento se hicieron presente hermanos y hermanas de la entera familia franciscana, entre ellos algunos religiosos amigonianos.
La celebración se realizó con la solemnidad que ameritaba la ocasión y consistió en una procesión al interno del templo con 12 estaciones, en cada se hizo alusión a los capítulos de la Regla. Dicho itinerario estuvo presidido por una cruz de San Damián y animada con lecturas apropiadas, breves meditaciones, cantos, oraciones y testimonios de franciscanos y franciscanas, todo ello en distintos idiomas. Al final del camino intervino el cardenal vicario de la diócesis de Roma, Angelo de Donatis, leyendo primeramente una carta enviada para la ocasión por el papa Francisco. Posteriormente compartió una reflexión preparada por él sobre la actualidad del carisma franciscano, subrayando la relación de amistad y fraternidad entre Jesús y sus seguidores como elemento fundamental para vivir en estado de misión; solo dejándose amar por el Señor y por los hermanos se puede comunicar al mundo el mensaje de salvífico de Cristo. Concluyó impartiendo la bendición franciscana.
La participación en esta celebración, a nosotros los amigonianos que estuvimos presentes, nos recordó nuestras raíces, pues Nuestro Fundador, Luis Amigó, al entrar en la Orden Capuchina profesó dicha Regla el 18 de abril de 1875. El espíritu seráfico (franciscano) del que fray Luis bebió en sus años de capuchino nos lo quiso transmitir, por ello, el participar en esta fiesta significó para nosotros un palpar nuevamente la vitalidad de Dios en la Iglesia evidente en la interculturalidad, en la diversidad y en la actualidad del carisma franciscano.
Pedimos al pobrecillo de Asís que la familia amigoniana continúe a identificarse con la opción fundamental de vivir el Santo Evangelio, al estilo suyo y de Luis Amigó, haciéndose reflejo vivo de la misericordia del Padre y de la unidad en la diversidad en un mundo cada vez más carente de los principios necesarios para construir espacios en los que todos seamos reconocidos como hermanas y hermanos.
Fr. Roberto Castillo Telles