Luis Amigó es el nombre de fraile capuchino de José Mª Amigó y Ferrer, fundador de la Congregación de los RR. Amigonianos y de las Terciarias Capuchinas , que nace en Masamagrell (Valencia – España) el 17 de octubre de 1854.

Su juventud 

Su niñez y juventud transcurren en la Ciudad del Turia, donde inicia los estudios eclesiásticos, como alumno externo del Seminario Conciliar. Con sus amigos acude como voluntariado a diversos hospitales y familias necesitadas.
Estaba afiliado a diversas asociaciones católicas que promovían el trabajo apostólico con los marginados. El joven José María muestra preferencia por el apostolado entre los encarcelados .

Fraile capuchino 

En 1874, sintiendo la llamada del Señor, abandona España y se dirige a un convento capuchino situado en la ciudad de Bayona. Aquí, el 12 de abril del mismo año, viste el hábito franciscano con el nombre de Fray Luis de Masamagrell .
Tres años más tarde, a punto ya de finalizar los estudios eclesiásticos, Fray Luis forma parte de la expedición capuchina encargada de fundar un convento en Antequera. Eran los primeros religiosos que regresaban oficialmente a España tras 40 años de exclaustración.

Sacerdote 

Trasladado al convento de Montehano (Santander), el 29 de marzo de 1879, recibe la ordenación sacerdotal y desarrolla principalmente su ministerio en el cercano penal de El Dueso , donde le impactó particularmente que hubiera jóvenes en la cárcel en tan malas condiciones.
Fue posiblemente este impacto el que marcaría en adelante su preocupación apostólica, llegando a convertirse con el tiempo, y a través, principalmente, de la obra de sus congregaciones, en un verdadero apóstol de la juventud extraviada .


Fundador 

De regreso a su tierra natal en 1881, el P. Luis es encargado por sus superiores de promover por la región valenciana la Tercera Orden Franciscana Seglar.
De este trabajo apostólico con los seglares surgieron bien pronto sus dos fundaciones religiosas:
• El 11 de mayo de 1885, funda la Congregación de Hermanas Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia .
• y, el 12 de abril de 1889, la de Religiosos Terciarios Capuchinos de Nuestra Señora de los Dolores .
Era, para estas fechas, guardián del convento capuchino de la Magdalena, en Massamagrell (Valencia).
Tras unos años aún de ministerio pastoral en su Orden, durante los que ejerció, entre otros, el servicio de Superior Provincial el P. Luis es nombrado, Obispo titular de Tagaste y Administrador Apostólico de Solsona, el 18 de abril de 1907.
Monseñor Amigó permanece en Solsona hasta que, el 18 de julio de 1913, es preconizado Obispo de Segorbe (Castellón) . En ambas diócesis su ministerio estuvo marcado por el espíritu de entrega y servicio que él mismo quiso simbolizar en el lema que escogió para su escudo:
Doy la vida por mis ovejas

Su muerte

El 1 de octubre de 1934 , a las puertas de los ochenta años, el P. Luis Amigó fallece en Godella (Valencia) en la Casa-madre de los RR. Amigonianos, rodeado de los Terciarios y las Terciarias, siendo inhumado tres días después en Masamagrell, en la Casa de las Terciarias Capuchinas.
Desde entonces sus restos son visitados frecuentemente por todos aquellos que seguimos sus pasos: Zagales, Cooperadores y, los religiosos y religiosas.
El proceso diocesano de su causa de beatificación y canonización se abrió en Valencia en 1950.
Durante los años 1979-1982 se desarrolló el proceso apostólico. Y el 13 de junio de 1992 se firmó, en Roma, en presencia del Papa Juan Pablo II, el decreto por el que se reconoce que vivió en grado heróico las virtudes cristianas y se le declara Venerable . Actualmente esperamos su próxima beatificación .
También estamos de fiesta por un grupo de amigonianos que han sido declarados mártires por el Papa Juan Pablo II. Es motivo de alegría saber que tenemos unos cuantos hermanos que van delante de nosotros con el ejemplo de haberlo dado todo por seguir a Jesucristo en nuestro camino hacia el Padre.

Salvador Chuliá Ferrandis, que era su nombre civil, nació en Torrent (Valencia) el 16 de abril de 1866. Cursó los estudios eclesiásticos en el Seminario Conciliar de Valencia pero, una vez recibido el diaconado, ingresó en los Terciarios Capuchinos. El 4 de abril de 1892 fue ordenado presbítero, emitiendo sus votos religiosos perpetuos el 5 de julio de 1898.

Hombre de amplia cultura pero de carácter más bien débil y de escasa autoridad, se manifestó siempre más proclive al ejercicio de la obediencia que al del mando. En su ministerio pastoral, se manifestó como un varón de consejo y de director espiritual de la fraternidad, confesor de religiosos y alumnos.

Apresado en la casa paterna el 21 de agosto de 1936, fue conducido a la prisión La Torre, en su pueblo natal. En esa prisión, el P. Ambrosio y nueve Terciarios Capuchinos más llevaron prácticamente vida de comunidad. Desde la calle, se les oía cantar los Dolores de la Virgen y las llagas de San Francisco.

En las primeras horas del 18 de septiembre de 1936, fue ejecutado en la partida de La Mantellina, también llamada Puchá d’Alt, junto con otros siete sacerdotes y religiosos más. El P. Ambrosio, a pesar de su timidez, fue quien con mayor valentía arrostró el martirio y animó a sus compañeros alzando, en el momento conclusivo, sus manos para bendecir y perdonar a los verdugos.

Al tratar de delinear su silueta espiritual los diversos biógrafos coinciden en afirmar que el P. Ambrosio fue una florecilla franciscana: sencillo, humilde, conciliador, pobre, obediente, silencioso, parco en palabras, que no hablaba mal de nadie y que todo lo echaba a buena parte. Asimismo, lo definen como un hombre de profunda piedad, devoto de la Eucaristía, gran apóstol del confesionario y competente director de almas.

Sus restos mortales reposan en la Capilla de Los Mártires, en la parroquia de Nuestra Señora de Monte Sión de Torrent (Valencia), donde son objeto de frecuentes visitas.

José Manuel Ferrer Jordá, su nombre civil, nació en Burriana (Castellón) el 26 de noviembre de 1872. En su pueblo natal aprendió las primeras letras y participó en asociaciones parroquiales.

El 21 de junio de 1890 ingresó en el noviciado de los Terciarios Capuchinos y dos años después, el 27 de mayo de 1892, hizo su profesión religiosa. El 5 de junio de 1898 emitió sus votos perpetuos, permaneciendo de por vida como religioso coadjutor.

Desarrolló su ministerio, durante veinticinco años largos, en las escuelas de reforma de Madrid, Sevilla y Zaragoza, siguiendo el pensamiento del P. Fundador. En el verano de 1932 pasó a formar parte de la fraternidad del Colegio Fundación Caldeiro, de Madrid, donde le sorprendió la guerra.

Expulsado del centro, que inmediatamente fue transformado en checa, fray Benito buscó amparo en su pueblo natal. Vino a los suyos, pero los suyos no lo recibieron, razón por la que dirigió sus pasos a Torrent hallando acogida, juntamente con su hermano Laureano, en casa de la piadosa señora Trinidad Navarro.

«De fray Benito Mª de Burriana –escribe Trinidad Navarro– le diré que vino a casa el 14 de agoto de 1936 y salió hacia la cárcel el 14 de septiembre. Este santo varón, en todo el tiempo, no hablaría ni una docena de palabras. Su conversación era con la Reina de los Cielos. El 12 de septiembre, festividad del Dulce nombre de María, rezó diecinueve partes del rosario». Fray Benito no participó en política, tampoco se le hizo juicio alguno. Fue asesinado en la Masía de Calabarra de Turís (Valencia).

Fray Benito fue un religioso sencillo, austero, de palabra breve y muy devoto de la Eucaristía y de la Virgen de los Dolores. En el apostolado de la misión específica se mostró siempre como sencillo y bondadoso zagal del Buen Pastor. Conseguía más cambios en sus muchachos por el testimonio de su persona que por enseñanzas que les proporcionaba.

 

Fray Bernardino, de nombre civil Pablo Martínez Robles, vino al mundo a orillas del Guadalquivir, en la ciudad de Andújar (Jaén), el 28 de enero de 1879, recibiendo tres días después las aguas bautismales.

Apenas frecuentó la escuela local porque sus padres, de escasos recursos económicos, le dedicaron muy pronto al oficio de alabartero, que alternaba con los trabajos agrícolas. Se trasladó a Córdoba y pronto entabló amistad con el administrador de los Ermitaños de Sierra Morena, con quienes inició el noviciado.

Los veinte años siguientes los pasó en las escuelas de reforma de Madrid, Sevilla y Zaragoza colaborando fielmente en los quehaceres de la cocina, el campo y la enfermería. Su última residencia fue el Convento de Nuestra Señora de Monte Sión, en Torrent (Valencia), donde desempeñó la labor de sacristán de la iglesia y donde le sorprendió la persecución religiosa.

Halló piadosa acogida en dicha población, pero el 13 de agosto de 1936 es detenido y recluido en la cárcel del pueblo, de donde fue sacado, en compañía del P. Laureano Mª de Burriana y de su hermano Fray Benito Mª de Burriana, siendo asesinados los tres en la Masía de Calasbarra, de Turís (Valencia), la noche del 15 al 16 de septiembre de 1936.

Fray Bernardino era bajito, de carácter tranquilo, acogedor y con su gracejo andaluz no exento de la natural gracia de las gentes del sur. Era la fiel imagen del franciscano más orondo, siempre portador de paz y bien, que facilitaba la convivencia fraterna en el convento. Destacaba por su vida de oración intensa, manifestando una especialísima devoción a la Eucaristía, a la Virgen de los Dolores y al Patriarca San Francisco.

 

 

]osé de Miguel Arahal, su nombre civil, nació en Dos Hermanas (Sevilla) el 17 de junio de 1887. Era uno de los nueve hermanos de los consortes Miguel y María. Aprendió las primeras letras en las escuelitas del pueblo y, a los doce años, se fue con los Terciarios Capuchinos que detentaban la Escuela de Reforma de San Hermengildo en su pueblo natal.

Al ser presentado en el convento de Monte Sión de Torrent al Venerable P. Luis Amigo, éste le dijo: «Bienvenido seas, hijo mío, y Bienvenido será en lo sucesivo su nombre en religión». El 15 de abril de 1905 hizo su primera profesión religiosa y seis años más tarde emitió sus votos perpetuos. En la primavera de 1920 fue ordenado presbítero.

En la Congregación de los Terciarios Capuchinos desempeñó los cargos de superior, maestro de novicios, consejero, vicario general y, finalmente, general de la Congregación desde 1927 a 1932. Durante su generalato, impulsó la promoción vocacional, apoyó la capacitación científica de los religiosos y propició la apertura de la obra a Hispanoamérica.

El P. Bienvenido trató siempre de inculcar las devociones que él mismo practicaba, especialmente a Jesús Sacramentado, a la Virgen de los Dolores, a San Francisco y al Sagrado Corazón de Jesús.

Cuando el 20 de julio de 1936 fue asaltada la Escuela de Reforma de Santa Rita, el P. Bienvenido siguió con su hábito y fue el último en abandonarla. El 31 de julio, acompañado a la fuerza por dos milicianos, hubo de acudir al Banco de Vizcaya primero y luego al de España, a sacar los fondos de la Escuela. Acto seguido, le arrebatan el dinero y le condujeron de forma violenta a la Pradera de San Isidro, donde fue asesinado.

Sus biógrafos nos trazan la semblanza del P. Bienvenido como un religioso de espíritu recto y fuerte, exigente consigo mismo y con los demás, adornado de grandes dotes de gobierno, muy tenaz en sus propósitos apostólicos, muy amante de la congregación y de su obra de reeducación de menores, gran promotor de vocaciones religiosas y sacerdotales y con una profunda espiritualidad.

Carmen García, penúltima de cinco hermanos,nació el 13 de Septiembre de 1888 en la ciudad francesa de Nantes. Hija de padre español y madre francesa, a los ocho días recibió las aguas bautismales en la parroquia de Notredame de Bon Port de su ciudad natal.

Educada religiosamente, Carmen dio muy pronto muestras de sus verdaderos sentimientos cristianos, que posteriormente defendió con todas sus fuerzas. Mujer de temperamento heroico y de una amabilidad sin límites, se revolvió valiente sintiendo hervir en su interior la ira de Dios, cual otro San Juan Eudes ante un hereje, para defender sus propios derechos y los de la Iglesia.

A principios de siglo, la familia García-Moyon volvió a España, instalándose en la ciudad de Segorbe, Castellón. Seguramente por el contacto de la joven Carmen con las hijas del Venerable Luis Amigó, prendió en ella la vocación religiosa. De hecho, el 11 de enero de 1918 ingresó en la Congregación de las Terciarias Capuchinas y, al concluir sus votos religiosos, no los renovó. En 1926 la encontramos ya en la ciudad de Torrent, Valencia.

En seguida entra en contacto con los frailes del convento de Monte Sión. Con el tiempo, la francesita, como así se la conocía, se empleó en dar catequesis a los niños del convento, repasar las ropas sagradas, la limpieza de la hermosa iglesia y hasta puso un taller de costura en su casa, donde enseñaba a las jóvenes torrentinas el arte de coser, zurcir y bordar ropas. Una verdadera catequista, cooperadora parroquial y trabajadora social.

Sus convicciones religiosas le llevaron a sufrir una muerte violenta la noche del 30 de enero de 1937 en el Barranc de les Canyes, frente a la casa de Camineros, camino de Montserrat. «¡Viva Cristo Rey!» fueron sus últimas palabras.

Quienes la conocieron nos dicen que Carmen era, humanamente, muy cariñosa y comprensiva. Físicamente era de pequeña estatura, bien parecida y de mirada serena y penetrante. Moralmente, era una persona muy religiosa y sumamente piadosa. Fue una auténtica líder del pensamiento cristiano femenino.

 

Crescencio nació el 5 de abril de 1903 en el pueblecillo turolense de Celadas, de los consortes Lorenzo y María, siendo poco después. Fallecido su padre, fue internado en el Asilo San Nicolás de Bari (Teruel), regentado por los Terciarios Capuchinos. Tiempo después, Crescencio sintió la llamada del Señor a la vida religiosa.

El 15 de septiembre de 1921, festividad de la Virgen de los Dolores, emitió sus primeros votos como religioso amigoniano y seis años más tarde, en la misma festividad, profesó perpetuamente. La ordenación sacerdotal la recibió de manos del Venerable Luis Amigo, su Padre Fundador, en Godella (Valencia) el 16 de septiembre del año siguiente.

Su ministerio sacerdotal lo desarrolló principalmente en escuelas de reforma, llevando a la práctica el mandato del Señor de ir en pos de la oveja descarriada hasta devolverla al aprisco del Buen Pastor. Los primeros días de julio de 1936 regresó de la Casa Tutelar Nuestra Señora de Covadonga, en Asturias, al Reformatorio del Príncipe, en Carabanchel Bajo (Madrid), en cuyo centro le sorprendía a los pocos días la contienda civil española.

Iniciada la guerra, el P. Crescencio halló piadosa acogida en la pensión de doña Pilar Torres, en la Plaza del Ángel 3, de Madrid, donde se hizo pasar por estudiante de medicina. Detenido el 2 de agosto de 1936 en la calle Carretas y descubierto sin documentación alguna, fue detenido y llevado a la Dirección General de Seguridad primero y a la cárcel de Ventas después. Con fecha 3 de agosto hay una orden de la checa de Fomento para que fuesen entregados a sus agentes varios presos -entre ellos el P. Crescendio-, que inmediatamente fueron asesinados.

El P. Crescencio era de mediana estatura, cara redonda, moreno, joven. De carácter alegre, se mostraba extrovertido. Sin embargo su interior era sencillo, humilde, mortificado y buen religioso.

De espíritu ordenado y metódico, se distinguió especialmente por su entrega generosa y sacrificada a la recuperación personal y reinserción social de los jóvenes con problemas.

 

 

Agustín Hurtado Soler, que era su nombre de pila, nació en la Villa de Alboraya, en la Huerta Valenciana, el 28 de agosto de 1872. De familia acomodada, que gozó de gran estimación en la villa, sus padres fueron don Vicente y doña Antonia.

En la vecina ciudad de Valencia cursó sus estudios de primera y segunda enseñanza y, posteriormente, los de latín y filosofía en el seminario conciliar. Apenas fundada la Congregación de los Terciarios Capuchinos, acudió a la antigua cartuja de Ara Christi del Puig (Valencia), en la que ocasionalmente moraban los religiosos amigonianos. En la tercera vestición, el 21 de junio de 1889, tomó el hábito y recibió el nombre de Domingo Mª de Alboraya con el que se le conoció en lo sucesivo.

El 24 de junio de 1890 fue uno de los 19 primeros religiosos que emitió sus votos trienales en manos del fundador Venerable Luis Amigó. El 15 de agosto de 1896 emitió sus votos perpetuos y, pocos meses después, recibió la ordenación sacerdotal.

Durante su carrera, alternó los estudios eclesiásticos y literarios con los de armonía y composición, dado que era muy aficionado a la música. Religioso de gran competencia y adornado de buenas formas sociales, desempeñó repetidamente los cargos de superior, así como también los de consejero y secretario general.

A finales de 1935, pasó a formar parte de la Escuela de Reforma de Santa Rita, en el Madrid de los Carabancheles, donde sufrió persecución religiosa. El P. Domingo fue el primero en abandonar la escuela de reforma buscando piadoso refugio en casa del abogado Pastor, joven a quién él tanto había ayudado. Detenido y llevado preso a Bellas Artes, fue asesinado el 15 de agosto de 1936 en las inmediaciones del parque del Retiro.

El P. Domingo era alto y bien parecido. De aspecto patriarcal, poseía un gran don de gentes y un carisma especial para la reforma de la juventud extraviada. Gran compositor, orador magnífico, animador de las recreaciones comunitarias, ejemplo de resignación para todos y mártir de Cristo, según sus biógrafos.

 

 

Florentín Pérez nació en Valdecuenca, pueblo turolense de la Serranía de Albarracín, el 14 de marzo de 1902. Sus padres fueron Francisco e Ignacia quienes, enseguida de nacer, lo presentaron al cura del pueblo para que le administrara las aguas bautismales.

Huérfano de padre, fue internado en el Asilo San Nicolás de Bari, de Teruel, regentado por los religiosos Terciarios Capuchinos. Con ellos aprendió las primeras letras, recibió su primera comunión y realizó todos sus estudios. Ya desde niño mostró disposición por la música, dedicación al estudio e inclinación a la oración.

El 15 de septiembre de 1919 vistió el hábito religioso y dos años después, el día de la Virgen de los Dolores, emitió sus primeros votos religiosos. En 1927 profesó perpetuamente y al año siguiente fue ordenado sacerdote por el fundador Venerable Luis Amigo.

El P. Florentín dió comienzo a su ministerio sacerdotal en la escuela de reforma Nuestra Señora del Camino, en Pamplona (Navarra), pasando enseguida a la escuela seráfica de San Antonio, en la misma ciudad. De 1930 a 1935 ejerció su ministerio en el convento de Nuestra Señora de Monte Sión, como profesor de música y educador de niños. La revolución le sorprendió en la casa noviciado San José de Godella, Valencia.

Junto con los padres Francisco de Ayelo, Antonio de Masamagrell y algún novicio más compareció ante el pelotón de milicianos dispuesto a morir. Los padres se dieron mutuamente la absolución y se prepararon para el martirio.

Salvada la vida por esta vez, halló refugio en casa de un bienhechor de Benaguasil, pero finalmente fue apresado. Pasó tres días en la cárcel del pueblo hasta que, junto con fray Urbano Gil, fue asesinado el 23 de agosto de 1936 en la salida a la carretera de Pobla de Vallbona a Lliria.

El P. Florentín, físicamente un haz de sarmientos, tenía un carácter alegre y bondadoso, sin hiel ni malicia, y con facilidad se ganaba la simpatía de todos. Era un espíritu sencillo, piadoso, infantil. Era dulce, amable y paciente… Era un ángel. De espíritu candoroso e inocente, siempre profesó una gran devoción a la Virgen de los Dolores.

 

 

Justo Lerma Martínez, que era su nombre civil,nació en Torrent, diócesis y provincia de Valencia,el 12 de noviembre de 1886. Sus padres pertenecían a la Venerable Orden Tercera Franciscana.

De pequeño frecuentó las clases y catequesis del Convent y perteneció a la Real Pía Unión de San Antonio de Padua. Y en el Convent vistió el hábito amigoniano el 14 de abril de 1905y, dos años después, emitió su primera profesión religiosa como religioso coadjutor. Fray Francisco nunca manifestó deseos de acceder al sacerdocio.

En el Real Monasterio de Yuste, Cáceres, ejerció su ministerio los cinco primeros años de vida religiosa, y los veinticuatro restantes en el Colegio Fundación Caldeiro, de Madrid, en cuya fraternidad le sorprendió la guerra civil.

Fray Francisco fue agraciado de unas dotes pedagógicas no comunes para el ejercicio de la docencia. En tan acertada labor no pocas veces llegaron al Colegio Fundación Caldeiro comisiones de catedráticos con la exclusiva finalidad de felicitar al religioso que tan bien preparaba a los alumnos.

Desalojado el centro y transformado en checa, Fray Francisco emprendió el camino hacia su pueblo natal, refugiándose en la casa paterna. Detenido por orden del comité local, fue llevado a la cárcel del pueblo, de la que partiría para el martirio la noche del 17 al 18 de octubre de 1936, juntamente con otros siete religiosos y sacerdotes del pueblo.

En sus primeros años se mostró como un muchachito moreno, vivaracho y juguetón, muy amante de la bulla y poco del estudio y del trabajo. Pero ya religioso, se trocó en un joven reflexivo, trabajador y metódico. Asimismo, era parco en palabras, más bien serio, constante y hábil maestro de escuela.

Su perfil espiritual nos lo muestra como un religioso de profunda oración, trabajador incansable, atento con todos, sencillo y humilde, que gozaba de gran paz interior.

Francisco Tomás nació el 11 de octubre de 1911 en Alcalalí, pueblecito de la provincia de Alicante y de la diócesis de Valencia. Hijo de Antonio y Dolores, al día siguiente de nacer recibió las aguas bautismales en la iglesia parroquial de la Natividad.

Aprendió las primeras letras en el pueblo y, a los doce años, sus padres lo llevaron a la escuela seráfica de Godella de los Terciarios Capuchinos, donde estudió latín y humanidades e hizo su noviciado. El 15 de septiembre de 1928 emitió sus primeros votos religiosos y el 20 de diciembre de 1933 los perpetuos. El 24 de mayo de 1934 recibió el presbiterado.

El resto de su vida lo dedicó al servicio de la juventud en centros destinados a la misión propia. Durante el verano de 1935 realizó un viaje de estudios por Francia y Bélgica para dar solidez científica a los métodos pedagógicos de la Congregación, a la vez que iniciaba la carrera de medicina en la Universidad Central de Madrid.

Durante la persecución religiosa de 1936 halló cobijo en la calle Alcalá 66 de la capital de España. Allí esperó a que llegase al refugio su superior, el Padre Bienvenido Mª de Dos Hermanas. Ante la tardanza, y arriesgando su vida, volvió sobre sus pasos en su búsqueda. Al amanecer de día siguiente, 3 de agosto, apareció su cadáver junto a las tapias del Reformatorio del Príncipe de Asturias, en Madrid. El amor filial le llevó a ir en busca de su superior, entregando su vida en el intento, por lo que fue un mártir del amor de Cristo.

Era muy elegante, más bien delgado y de aspecto normal. De carácter dulce y extremamente amable, era muy piadoso y en el pueblo causaba una impresión ejemplar. Fue un religioso exquisitamente bueno e inteligente, razón por la que le distinguían los superiores.

Según sus biógrafos, se mostraba muy prudente, hablaba muy poco y siempre con acierto. El tono de su voz era suave y dulce. En él tenía puestas el Instituto grandes esperanzas. Fue el benjamín de los mártires de la Familia Amigoniana.

José María Sanchis Mompó, fray Gabriel Mª de Benifayó ya como religioso, nació el 8 de octubre de 1866 en Benifayó de Espioca, diócesis y provincia de Valencia. Sus fueron padres Gabriel y Vicenta.

En su pueblo natal aprendió las primeras letras y se ejercitó en el oficio de carpintero, que practicó hasta los veinticinco años, edad en la que decidió ingresar en la orden.

El 24 de junio de 1890 hizo su primera profesión religiosa en manos del Venerable Luis Amigó y el 15 de agosto de 1896 emitió sus votos perpetuos. Llamado a servir al Señor desde la primera hora de la Congregación de los Terciarios Capuchinos, en su dilatada vida recorrió la mayor parte de las casas de la misma, simultaneando generalmente su ministerio de administrador con el oficio de carpintero.

Los últimos trece años de su existencia los pasó en la casa noviciado de Godella, Valencia, donde dio muestras de sus habilidades como ayudante de administración y su destreza en el trato de la madera. Y fue allí donde le sorprendió la contienda.

El 25 de julio de 1936 abandonó la casa noviciado dirigiéndose a su pueblo natal en busca de lugar más seguro. Halló piadosa acogida en casa de su sobrina Florencia Sanchís. El 14 de agosto fue sacado violentamente de casa de su sobrina y recluido en la cárcel del pueblo. Y antes del amanecer del 16 de agosto, hacia las dos de la mañana, juntamente con cinco sacerdotes más, hijos del pueblo, fue sacrificado en la partida de La Coma, junto a la Masía de Espioca, y en el término de Picassent (Valencia).

Fray Gabriel fue un religioso muy afable, bondadoso y servicial. Asimismo, se manifestaba sumamente piadoso. Era la imagen del hermano franciscano más popular. Fue un religioso humilde, alegre, amable y trabajador, que creaba fraternidad. De silenciosa dulzura, siempre manifestó una franciscana reverencia hacia los sacerdotes sus hermanos en religión.

José Llosá nació el 23 de agosto de 1901 en Benaguasil (Valencia), siendo sus padres Antonio y Francisca. Aprendió las primeras letras en su pueblo natal y, al cumplir los doce años, ingresó en la escuela apostólica que los Terciarios Capuchinos regentaban en el convento de Nuestra Señora de Monte Sión de Torrent, Valencia.

En la casa noviciado de San ]osé, en Godella (Valencia), tomó el hábito religioso el 15 de octubre de 1917. Dos años después, en la misma fecha, emitió sus primeros votos religiosos. Profesó perpetuamente el 15 de septiembre de 1925.

Concluyó los estudios sacerdotales pero, al no considerarse digno para el sacerdocio, nunca accedió al presbiterado, ejerciendo su ministerio siempre en Madrid, en cuya fraternidad de la Casa Fundación Caldeiro le sorprendió la persecución religiosa.

Provisto del correspondiente salvoconducto, Fray José Llosá se trasladó a Meliana primero y a su pueblo natal después, pero, ante la inseguridad del momento, optó por refugiarse en una mansión del valenciano barrio de Velluters, situada muy cerca de las Torres de Quart. La noche del 1 de octubre de 1936 fue detenido y conducido a la sede de Gobierno Civil, primeramente, y luego recluido en la cárcel celular de la ciudad.

Enterado casualmente de que al día siguiente vendrían a por él para matarlo, empleó la tarde de aquel día en hablar con otro sacerdote, también prisionero, de cosas espirituales y en confesarse, manifestando su aceptación del martirio, su perdón a los enemigos y su gran devoción a Jesús y a María. Al amanecer del día 7 de octubre de 1936 fue sacado de la cárcel y ejecutado en el término municipal de su pueblo natal. Sus restos mortales reposan en la Capilla de la Comunión de Benaguasil.

De temperamento un tanto tímido y pusilánime, pero muy bien dotado para el arte musical y del canto, fray José Llosá recibió una esmerada educación cultural, religiosa y moral. Fue un religioso cultivado y sensible, amante de su tierra y de su familia, sumamente cordial y con gran espíritu de entrega en su ministerio de la reforma de la juventud.

Salvador Ferrer Cardet –era su nombre civil–nació en Burriana, ciudad de la Plana Baja de Castellón, el 13 de octubre de 1884. Aprendió las primeras letras en su pueblo natal y a los once años ingresó en la escuela seráfica que los Terciarios Capuchinos tenían instalada en el convento de Monte Sión de Torrent (Valencia).

El 8 de diciembre de 1900 emitió sus primeros votos y el 12 de abril de 1907 los perpetuos, siendo ordenado presbítero en septiembre de ese mismo año en la Ciudad del Turia. Ejerció su ministerio sacerdotal en el Real Monasterio de Yuste (Cáceres), en la Escuela de Reforma de Santa Rita (Madrid), en Teruel, en Dos Hermanas (Sevilla) y, por último, en Godella (Valencia), desempeñando generalmente el ministerio de superior, cargo que simultaneó con el de consejero general.

En la última fraternidad, de cuya casa tiene que salir el 25 de julio, le sorprendió la guerra, hallando piadosa acogida en Torrent, en casa de doña Trinidad Moreno. Los días precedentes a su martirio los empleó en la oración y preparación al mismo. Cuando Doña Trinidad le decía: «Padre, de usted no se acuerdan los rojos», él contestaba: «Descuida, que no es llegada la hora. Estoy preparándome leyendo el libro de Job». Nunca se metió en política.

El 13 de septiembre, con su hermano Benito, fue apresado y conducido a la cárcel del pueblo. El día 15 todavía cantó con los demás hermanos los Dolores de la Virgen. Y al anochecer del mismo día fue conducido a la Masía de Calabarra, en término de Turís (Valencia), donde fue asesinado.

El P. Laureano era de mediana estatura, calvo ya desde temprana edad, de poca barba, rala y picado de viruela. De carácter complaciente y amable, su gran bondad lo superaba todo. Notable por su delicadeza y pulcritud, manifestaba un especial don en sus delicadas atenciones a los pobres, enfermos y necesitados. Manifestó, asimismo, gran celo por la expansión del instituto y una piadosa devoción a la Virgen de los Dolores.

Manuel Legua Martí, como religioso León Mª de Alacuás, nació en dicho pueblo de la Huerta Sur de Valencia el 23 de abril de 1875. Y, a las pocas horas de haber nacido, recibió las aguas bautismales en la parroquia de la Asunción de su pueblo natal.

En Alacuás realizó sus primeros estudios. Hijo de un bienhechor de los religiosos, desde niño se familiarizó con los frailes del convent de Torrent, con quienes ingresó apenas cumplidos sus quince años. El 17 de junio de 1892 emitó sus votos religiosos en manos del Venerable Padre Fundador. Una grave enfermedad le alejó de sus frailes, pero ingresó de nuevo en la Congregación y profesó perpetuamente el 12 de abril de 1904.

En junio de 1906 fue ordenado presbítero en Valencia. Destinado generalmente a escuelas de reforma, en ellas ejercitó su ministerio, primeramente como vicesuperior y luego como superior y consejero general. Fue todo un ejemplo de fidelidad en su servicio de director espiritual y animador de fraternidades, así como en la dedicación a la juventud.

Asaltada la Escuela de Reforma de Santa Rita de Madrid el 20 de julio de 1936, de la que el P. León era el director, los milicianos reunieron a todos los religiosos en la dirección del centro. «Hicimos -contó uno de los religiosos- un acto de contrición colectivo y nos dimos mutuamente la absolución. Siguió un silencio profundo. Estábamos todos tranquilos. Ni un solo gemido o suspiro. Ni un solo gesto de intentar huir».

Conseguida la liberación, el P. León se refugió en Madrid en casa de un alumno de la Escuela de Reforma, de la que fue sacado junto con el padre de su bienhechor, para el martirio. Al salir le dijo la señora de la casa: «Tome este pañuelo». A lo que un miliciano repuso: «No te preocupes que no le va a hacer falta». Ambos fueron asesinados en la carretera de Madrid a Francia.

Fue el P. León un religioso sumamente espiritual, entregado totalmente a la salvación de los menores, por lo que se le puede considerar un mártir del apostolado específico de la Congregación, a imitación del Buen Pastor que da la vida por sus ovejas.

José María Llópez Mora –nombre civil de Fr. Recaredo– nació en Torrent, Valencia, el 22 de agosto de 1874. Sus primeros estudios los realizó en la escuela del pueblo, ingresando como religioso amigoniano el 21 de junio de 1889. Emitió sus votos perpetuos el día de la Inmaculada de 1896 en la Escuela de Reforma de Santa Rita, Madrid. De por vida permaneció como hermano coadjutor.

Ejerció su apostolado misericordioso y redentor con los jóvenes en diversas escuelas de reforma. En dicho ministerio mostró poseer dotes naturales no comunes para la educación de la juventud inadaptada. Los últimos años de su vida los pasó en el convento de Nuestra Señora de Monte Sión, en su pueblo natal, dedicado incansablemente a su ministerio de impartir el catecismo a los niños, fundar escuelitas nocturnas gratuitas para ellos y a obras de caridad.

Expulsado del Convent, junto con toda la fraternidad, el 20 de julio de 1936, halló piadoso refugio en casa de su sobrina María Llópez, hasta que el 4 de agosto fue recluido en la cárcel del pueblo. Al amanecer del 18 de septiembre, junto con el P. Ambrosio y P. Valentín, Fr. Modesto y Fr. Francisco, fue asesinado en el lugar denominado La Fuente de la Mantellina, en terreno de Montserrat, Valencia.

Su figura pequeña, viejecito pero ágil y simpático, rodeado siempre de niños, visitando a los enfermos y encarcelados y llevando alimentos a escuelas pobres y humildes, hacen su figura sumamente atractiva y amable.

El perfil espiritual de Fr. Recaredo lo presenta como un hombre sencillo, humilde, cordial, amable y sumamente franciscano. Poseía un gran espíritu de minoridad y se caracterizó por ser un religioso piadoso, rezador, muy observante en su vida religiosa y muy trabajador en su apostolado con los jóvenes.

Timoteo Valero nació el 24 de enero de 1901 en Terriente, diócesis de Albarracín y provincia de Teruel, y el mismo día fue bautizado en la parroquia de Santa Ana de su pueblo natal.

Ingresó jovencito en el Asilo San Nicolás de Bari de Teruel, un asilo de caridad para niños pobres y huérfanos, como él era. Allí cursó latín y humanidades y prendió en él la vocación religiosa amigoniana.

El 15 de septiembre de 1917 vistió el hábito de Terciario Capuchino e ingresó en el noviciado. En idéntica fecha, pero dos años después, hizo su primera profesión religiosa y seis años más tarde la perpetua. La ordenación sacerdotal la recibió de manos del Padre Fundador, Venerable Luis Amigo, en Godella (Valencia) el 16 de septiembre de 1928 y al día siguiente, festividad de las llagas de San Francisco, celebró su primera misa cantada.

Desarrolló su ministerio pastoral en la Casa Fundación Caldeiro, en Madrid. Pero la mayor parte de su ministerio pastoral lo desempeñó en la Escuela de Reforma de Santa Rita, también en Madrid, donde dejó una huella imborrable en su servicio de catequesis y de sacramentalización a los jóvenes. Precisamente en esta última fraternidad le sorprendió la persecución religiosa.

Ocupada la Escuela de Reforma de Santa Rita el 20 de julio de 1936, los religiosos se dispersaron en busca de refugio por Madrid. El P. Timoteo se dirigió a casa de su hermano Roberto. Cuando los milicianos ya se iban, después de un minucioso registro a la casa, hizo una de sus chirigotas. Volvieron éstos sobre sus pasos, le detuvieron y le llevaron a la checa de Fomento. El 17 de septiembre, sin que hubiese intervenido en política y sin juicio alguno, fue ejecutado y su cuerpo sepultado en fosa común en el cementerio de Vicálvaro (Madrid).

Los superiores siempre lo habían destinado a escuelas de reforma o de protección paternal. Y acertaron plenamente, pues el P. Timoteo fue un joven sacerdote, de carácter alegre, jovial, bromista que conectaba fácilmente con los jóvenes. También fue un excelente músico.

Fray Urbano Gil nació en Bronchales, diócesis de Albarracín y provincia de Teruel, el 9 de marzo de 1901. Al día siguiente sus cristianos padres Blas e Ignacia lo presentaron al párroco del lugar para recibir las aguas bautismales y el nombre de Urbano Manuel.

Al quedarse muy pronto huérfano de padre, fue internado en el Asilo de San Nicolás de Bari de Teruel, regentado por los Terciarios Capuchinos. Y en San Nicolás realizó sus estudios primarios y recibió la primera comunión.

Inclinado a la vida religiosa, pasó a la casa noviciado de San José de Godella, en Valencia, donde recibió el santo hábito. Emitió sus primeros votos religiosos el 12 de abril de 1919 y en 1928 profesó perpetuamente. Sus primeros años los pasó con los niños de la Escuela de Reforma del Salvador, de Amurrio (Álava). Su vida se puede leer e interpretar perfectamente –según uno de sus biógrafos– bajo la clave de la compasión evangélica. Fue uno de esos religiosos amigonianos siempre dispuesto a hacerse todo para todos, según el lema del apóstol Pablo que al Venerable Luis Amigo le gustaba repetir.

En 1926 cursó petición para iniciar sus estudios sacerdotales, lo que le fue denegado por los superiores mayores hasta que en 1935 pasó a formar parte de la fraternidad de la casa noviciado de Godella (Valencia), donde inició los estudios eclesiásticos.

En esta última residencia le sobrevino la guerra y Fray Urbano compartió en todo la suerte y sufrimientos de sus hermanos de fraternidad. Finalmente, después de un calvario de interrogatorios y simulaciones de fusilamiento, el 25 de julio de 1936 partió para Benaguasil junto con el P. Florentino Pérez, con quien compartió avatares, refugio y martirio.

Los biógrafos, tan parcos en delinear su fisonomía espiritual, nos dicen que fue un religioso ejemplar. Por su jovialidad, era la alegría de la fraternidad donde residía y de los alumnos que educaba. Contagiaba su alegría con espontaneidad y sinceridad. Su buen decir le daba un encanto especial. De él se pudiera decir: «He aquí un verdadero educador y pedagogo en quien no hay tacha. He aquí un hermano coadjutor instruido, culto y servicial».

Valentín, de nombre civil Vicente Jaunzarás Gómez, nació en Torrent (Valencia) el 6 de marzo de 1890. Educado con los Terciarios Capuchinos, ingresó en la Congregación el 15 de octubre de 1911. Ocho años más tarde, en la misma fecha, emitió sus votos perpetuos, siendo ordenado sacerdote en la primera mitad de 1920.

Ejerció su ministerio preferentemente en centros de la misión específica, es decir, en escuelas de reforma, donde se manifiesta como un gran pedagogo. El P. Valentín, más bien bajito, pero robusto y de recia personalidad, era de temperamento ardiente. Se manifestaba alegre, dicharachero, optimista y estaba siempre contento.

El 28 ó 29 de agosto de 1936 fue detenido en la casa paterna y recluido en la cárcel llamada La Torre, en su pueblo natal. Los días 15 y 17 de septiembre los religiosos cantaban en la prisión los Dolores de la Virgen y las llagas del San Francisco. Al P. Valentín se le oía perfectamente en toda la plaza.

Fue ejecutado en la Fuente de la Mantellina, en las primeras horas del 18 de septiembre de 1936. En la vuelta al pueblo alguno de los milicianos iba tirando por la ventanilla del coche las estampas que había arrebatado a los mártires momentos antes de su ejecución.

De aspecto un tanto adusto, sin embargo su predicación era sencilla y atrayente. Y se mostraba gran devoto de la Eucaristía, de la Virgen de los Dolores y de San Francisco. Identificado plenamente con la actitud redentora y misericordiosa del Buen Pastor, desempeñó una amplia misión en servicio de la juventud.

Se manifestó siempre celosísimo por la gloria de Dios y por su amor a la Iglesia y a la Congregación, en especial en su ministerio de reforma de la juventud. Contagiaba su vocación a los niños, a quienes entusiasmaba con sus fervorines. Se mostró asimismo como un religioso humilde, sencillo y muy valiente.

Vicente Cabanes

Vicente Cabanes Badenas nació en Torrent (Valencia) el 25 de febrero de 1908. Vistió el hábito como Terciario Capuchino en Godella (Valencia) el 15 de septiembre de 1923 y el 12 de marzo de 1932 recibió la ordenación sacerdotal de manos del Venerable Luis Amigó. Inmediatamente después inició sus estudios en la Universidad de Valencia y en el Instituto de Estudios Penales.

Ejerció su ministerio específico en las Escuelas de Reforma de Madrid y Amurrio (Álava). Alternaba admirablemente el estudio con las prácticas en el gabinete de psicología y la dirección espiritual de la fraternidad. Con los niños vivía las parábolas de la misericordia con el talante gozoso de las bienaventuranzas.

Al caer la tarde del 27 de agosto de 1936 algunos milicianos lo sacaron violentamente de casa del señor vicario de Amurrio (Álava) y lo trasladaron a Orduña (Vizcaya). Intentaron hacerlo apostatar. Ante la rotunda negativa del religioso, volvieron hacia Amurrio. Pero le obligaron a descender del coche y, en el prado de San Bartolomé de Orduña, le diero una carretada de tiros, dejándolo por muerto.

Malherido, todavía consiguió llegar a casa de don Epifanio Elejalde, quien lo trasladó al Santo Hospital de Orduña. El padre Vicente pidió insistentemente un sacerdote y un médico. Ante la gravedad, el herido fue trasladado al hospital de Basurto, en Bilbao. A las primeras horas del domingo 30 de septiembre de 1936, falleció no sin antes haberse confesado y otorgado su perdón a sus asesinos.

Vicente Cabanes fue un religioso de carácter apacible, dulce y extremadamente amable. Cumplidor de sus deberes como cristiano y como Religioso Terciario Capuchino. Vivió totalmente entregado a la reforma de la juventud, con mucha competencia y un gran celo apostólico. La meditación diaria de los misterios de la pasión, muerte y resurrección del Señor dispusieron su espíritu para sufrir el martirio con la fortaleza y valentía del soldado cristiano.

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