Visita Canónica Comunidad Convento Santa Irene, Catignano, Pescara

El domingo 10 de septiembre de San Giovanni viajamos junto con el P. José Oltra a Catignano, en donde nos esperaban los tres hermanos de la comunidad para el almuerzo juntos a las 14.00 horas.
El lunes 11, iniciamos la visita canónica  a esta pequeña comunidad, situada en zona rural de Catignano, un pueblecito en la montaña de Pescara, custodiado por dos altas montañas: el Gran Sasso y La Majella que permanecen nevadas hasta nueve meses durante el año.
Los hermanos que componen esta comunidad son: P. Pedro Torrepalma Pecolados quien es el superior y de origen filipino; el P. Antonio Giuri que es el hermano mayor de la Congregación con ciento dos años y seis meses y Fr. Antonio Giuseppe Gianetta, quien es un religioso italiano que ha concluido sus estudios teológicos y que en diciembre próximo será ordenado diácono.
Esta comunidad gira en torno al culto sostenido durante años a la santa mártir Irene. Cada año celebran sus fiestas con gran pompa y para ello se prepara toda la comunidad del barrio que lo circunda y que lleva por nombre “contrada dei cappuccini” y el pueblo de Catignano que se hace presente aún con su alcalde (Sindaco)
Otro de los centros de la comunidad es el cuidado de nuestro hermano mayor P: Antonio, el que realizan los otros dos hermanos con  grande amor y paciencia, pues ya tiene dificultades de movilidad, escucha muy poco y la casa no tiene ascensor; su cabeza aún está perfecta y sus recuerdos son lúcidos y no exentos de sutilidad, como que estamos reunidos conversando los asuntos centrales de la visita y cuando llegaba un momento determinado decía: “Basta de espiritualidad, porque como dice el P. San Francisco, hemos de cuidar del hermano cuerpo”… era la hora de su habitual café a las 11 y a las 5 de la tarde.
Ha sido una visita atípica. Se han trabajado los temas propios para toda la Congregación con reposo, hemos aprovechado el tiempo para conversar largamente con los hermanos y descansar y orar en un ambiente propicio, de mucha paz y serenidad. Hemos animado a los hermanos que a veces se cansan por la inactividad o por el ritmo lento de la vida en esta casa y les hemos propuesto dedicar un buen tiempo a la formación y al acompañamiento de los laicos amigonianos, así sea comenzando con un pequeño grupo, así como crear ambiente con la comunidad filipina de los alrededores que es atendida por el P. Pedro Pecolados.
Damos gracias al Señor por el bien realizado por esta comunidad que ya tuvo sus años de luz, cuando era el lugar en donde se formaban los religiosos estudiantes de teología en Italia, y cuando el ITCA como Instituto Técnico era un faro educativo para toda la región; agradecemos a Dios el nombre y reconocimiento que las gentes tienen de la comunidad en este lugar y la presencia del P. Antonio Giuri, que continúan ardiendo como lámpara delante la vida de los hermanos que lo tienen como faro testimonial.

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