A los hermanos de la Congregación que, como zagales del Buen Pastor ‘en salida’, se han decidido este año a participar en la Ruta Franciscano-Amigoniana, les hago llegar mi fraterno saludo de alegría, paz y bien.
Quiero aprovechar las presentes para compartirles también un pequeño mensaje que nos ayude a ambientarnos y prepararnos, desde lo que somos y hacemos, en la actividad que vamos a realizar. El papa Francisco, a los pocos días de haber iniciado su ministerio episcopal, como pastor de la Iglesia Católica, invitó a los obispos y, con ellos, a cada uno de nosotros, a ser “Iglesia en salida”, es decir, a salir de las comodidades y seguridades que ofrecen los palacios y las casas episcopales, los claustros y los conventos, las instituciones y comunidades, para entregarnos con pasión a ser trabajadores del Reino entre los hombres, en medio del pueblo, ejerciendo con generosidad el servicio de pastores, impregnándonos del olor a oveja, haciéndolo de manera especial entre las que viven en las periferias existenciales, asumiendo los riesgos que supone el ir tras las que se encuentran extraviadas, las marginadas y las que están siendo ‘ninguneadas’, es decir, víctimas de una exclusión sistemática generada por esta sociedad utilitarista y consumista, elitista y clasista, sustentada en la frialdad de un poder económico egocéntrico que se alimenta en la producción y en la que sólo tienen derecho a disfrutar y vivir los poderosos.
Frente a esta sociedad excluyente, el P. Luis Amigó (“que ve más allá”) hace un llamado a sus hijas e hijos, “a quienes Él ha constituido zagales de su rebaño” (“somos misión”), para “ir en busca de la oveja descarriada hasta devolverla al redil del buen Pastor” (zagales ‘en salida’). Por pura gracia, hemos sido llamados y consagrados, como zagales del buen Pastor, para ser testigos del “Amor Misericordioso” entre los excluidos, los descartados, los que no cuentan, los marginados, a fin de devolverles la dignidad que se les está negando y facilitarles las oportunidades de promoción integral que, como personas, tienen todo el derecho de recibir.
La Ruta Franciscano-Amigoniana nos va a ofrecer los espacios y los ambientes adecuados para sondear, como buenos espeleólogos, las raíces más profundas de nuestro ser como cristianos (Vaticano, Catacumbas, Roma…), como franciscanos (Asís y lugares franciscanos) y como amigonianos (España y Colombia…).
Quiero invitarles a que se dispongan a vivir esta experiencia con buen ánimo, con la mente y el corazón abiertos al acontecer de Dios, que nos acompaña en nuestro peregrinar de cada día y que se manifiesta a todos aquellos que, con la lámpara encendida o el ‘celular’ prendido, se mantienen en sintonía con Él a cada momento.
¡Ah!, no se olviden de cargar el zurrón y de meter en él todas las ‘pastillas’ que crean necesarias, con el fin de que les ayuden a responder, con energía renovada, a cada una de las exigencias que nos irá proponiendo la ruta en el peregrinar de cada etapa. Por último, recordarles que podrán utilizar también el ‘cayado’ para apoyarse en las etapas de subida, pues no les estará permitido abandonar o quedarse en el camino.
Admitamos como ‘personal de apoyo’, para que nos asistan en el diario peregrinar, a nuestro amado P. Luis Amigó (peregrino por naturaleza), en sus Bodas de Plata como Venerable; a san Francisco de Asís (peregrino en ser Evangelio viviente); a san José y a nuestra Madre Dolorosa (peregrinos de la fe y directos colaboradores en el plan salvífico de Dios); y a Jesús, el buen Pastor, especialista en las lides del pastoreo que, con un estilo peculiar, siendo amor misericordioso, se hace itinerante en busca de la oveja perdida, hasta devolverla al redil… ; a fin de que, ayudándonos a vivir con pasión nuestro itinerario de cada día, nos permitan llegar a ser generosos zagales de su rebaño, comprometidos, de manera especial, con la oveja perdida.
Unidos en la oración, en la fraternidad y en el servicio.
Con afecto fraterno,
Fr. José Luis Segarra Sabater
Comisión Formación Congregacional