Visita Canónica a la “Casa Madre de África”: Una comunidad que crece con fuerza y juventud

Nuestra comunidad de Amigó-Doumè, conocida como la “Casa Madre de África”, ha sido durante muchos años la única presencia amigoniana en este continente. Situada a la orilla de la laguna de Abiyán, en las afueras de Yopougon, en sus inicios se encontraba en un entorno rural y natural. Hoy, con la creciente urbanización de Abiyán, se ha integrado en la expansión de esta gran ciudad, sin perder su esencia y misión: acoger, formar y acompañar a jóvenes en situación de vulnerabilidad.

Desde el principio, nuestros hermanos han trabajado con entrega para ofrecer un espacio seguro donde los jóvenes puedan desarrollarse integralmente y recibir una formación profesional que les permita construir su propio futuro. Gracias al esfuerzo de la comunidad y al compromiso de muchos laicos, Amigó-Doumè se ha convertido en un centro de referencia pedagógica en la región.

En los últimos años, esta casa ha sido también un pilar clave en la formación de los hermanos africanos. Con la apertura de nuevas comunidades en el continente, se ha reestructurado el itinerario formativo: el aspirantado se realiza tanto en Costa de Marfil como en Benín, el postulantado en Amigó-Doumè bajo la responsabilidad de fray Elkin, el noviciado en Benín con fray Sosthène, y los dos primeros años del juniorado en el centro Zagal con fray Ange. Posteriormente, los juniores continúan su formación en Amigó-Doumè, con experiencias de mayor profundización, incluso en Colombia.

En este contexto de crecimiento y consolidación, tuve la alegría de visitar Amigó-Doumè junto con Fr. Salvador Morales, en nombre del Gobierno General de la Congregación. Durante nuestra estancia, nos encontramos con una comunidad vibrante y llena de vida, conformada por dos hermanos de votos perpetuos, cuatro juniores, ocho postulantes y varios aspirantes que nos acompañaron durante el fin de semana. La juventud se respiraba en cada rincón de la casa: en los cantos rítmicos que acompañaban la oración, en la energía compartida durante la recreación y hasta en el gran apetito mostrado en las comidas.

En nuestras reuniones comunitarias, pudimos escuchar las voces de los formadores y de los hermanos en formación, quienes reafirmaron su compromiso con una vida religiosa auténtica y profundamente humana. La “casa madre joven” de África no busca simplemente religiosos por cumplimiento, sino hermanos con un sentido claro de su humanidad, con relaciones fraternas sanas y un espíritu de servicio genuino.

Este mismo espíritu se refleja en nuestro grupo de postulantes, el más numeroso que ha tenido la Congregación en África hasta ahora, con jóvenes entre 19 y 30 años que participan activamente tanto en su formación como en la misión de la casa. Cada uno de ellos asume responsabilidades dentro de la institución y contribuye con entusiasmo a la formación de los jóvenes acogidos en el programa.

Concluimos nuestra visita con una celebración marcada por la alegría y la fraternidad, con tarta, champán, juegos y el característico ritmo africano que nos envolvió a todos. Tanto Fr. Salvador como yo quedamos profundamente agradecidos y admirados por la labor realizada en esta casa y por el trabajo comprometido de los formadores, Fr. Elkin y Fr. Sylvestre Bini, quienes con su dedicación garantizan la continuidad y el crecimiento de esta “Casa Madre de África”.

Regresamos con el corazón lleno de esperanza, convencidos de que esta comunidad sigue siendo un semillero de vocaciones y un testimonio vivo del carisma amigoniano en tierras africanas.

Fr. Jens Anno Müller

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