El Papa Francisco apela a la verdadera inclusión en el Día Internacional de las Personas con Deficiencia

Se celebró el día, 3 de diciembre, el Día Internacional de las Personas con Deficiencia. En este sentido, el Papa Francisco dejó un mensaje y recibió, esta mañana en el Vaticano, un grupo de personas con deficiencia física y visual.

El Santo Padre recordó en el mensaje, que esta celebración nos invita a “comprender que nuestra fragilidad no ofusca de ningún modo «la luz del Evangelio, de la gloria de Cristo», pero revela que «este extraordinario poder es de Dios y no el nuestro» (2 Cor 4, 4.7)”.

Enfatizó que “comunicar el Evangelio no constituye una tarea reservada a algunos”, tal como “la confianza en el Señor, la experiencia de su ternura y consuelo de su compañía no son privilegios reservados para pocos”.

En el encuentro de esta mañana, el Papa Francisco realzó que “el reconocimiento de la dignidad de cada persona es una responsabilidad constante de la Iglesia”, siendo ella el ejemplo de la cercanía de Jesús a cualquier hombre o mujer.

El Santo Padre resaltó el importante papel que las personas con deficiencia pueden ejercer en el mundo, ya que “su presencia «puede ayudar a transformar las realidades en que vivimos, volviéndolas más humanas y acogedoras. Sin vulnerabilidades, sin límites, sin obstáculos por ser superados, no habría verdadera humanidad»”.

El Papa Francisco explicó que “no existe inclusión, de hecho, si falta experiencia de la fraternidad y de la comunión recíproca; no existe inclusión si nos limitamos apenas a un slogan, a una fórmula a ser usada en discursos políticamente correctos, a una bandera de la cual apropiarnos”, añadió que “no hay inclusión si falta una conversión en las prácticas de la convivencia y de las relaciones”.

Al final de su discurso, durante la sesión de la mañana, el Santo Padre apeló a que “todas las comunidades cristianas puedan ser lugar de pertenencia e inclusión en la acción pastoral ordinaria”. Solamente así se podrá ser creíble al proclamar que el Señor ama a todos, salva e invita al banquete de la vida, sin ninguna excepción o exclusión.

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