Los Terciarios Capuchinos de Nuestra Señora de los Dolores, también conocidos como «amigonianos», en recuerdo de su fundador, es una Congregación creada por Monseñor José María Amigó y Ferrer. Nació este fundador en Masamagrell (Valencia), el 17 de octubre de 1.854, en un hogar de rancio abolengo cristiano, donde se crió en unión de sus hermanos Emilio, Julio, Genoveva, Josefa y Rosa.
Contando diciesiete años, murieron sus padres y José María y sus hermanos fueron recogidos por un sacerdote que se encargó de su educación. A esa edad, en la que otros muchachos entienden tan sólo de las cosas mundanas, se despertó un acusado interés por los problemas sociales, un interés que lo acompañó durante toda su vida. Convenció a algunos amigos para que lo acompañaran a la Escuela de Cristo y siguiendo las directrices que allí se impartían dedicó todo su tiempo libre a atender a los enfermos en los hospitales, a catequizar y alfabetizar a gentes de las barracas y a visitar y ayudar, en la medida de sus posibilidades, a los presos en la cárcel. Data de esta época su admiración y amistad con Gregorio Gea, fundador del Patronato Obrero de Valencia y gran impulsor de diversos programas católico-sociales que se fueron desarrollando en esta ciudad a partir del último cuarto de siglo XIX. Movido por un intenso deseo de entregarse a Dios y a la ayuda del prójimo, José María decidió hacerse religioso. Este fue el motivo por el que tomó la decisión de trasladarse a Francia e ingresar en los Capuchinos. Al tomar el hábito, y siguiendo la costumbre de la época, cambió su nombre de pila por el de Fray Luis de Masamagrell. Pasados tres años de su estancia en Bayona, decidió regresar a España con los primeros religiosos que volvían al suelo patrio tras la desamortización de Mendizabal. El primer lugar donde desarrolló su actividad evangelizadora fue Antequera, para pasar después a Montehano, en la provincia de Santander.

Ambos lugares fueron testigos de la labor del joven capuchino. Fue precisamente en el último pueblo mencionado donde fue ordenado sacerdote (año 1.879). Como sacerdote, una de sus ocupaciones era visitar regularmente la cárcel de Santoña, poniéndose en estrecho contacto con los presos. Y fue ante el espectáculo que contempló en aquel penal donde niños y jóvenes compartían celdas con los mayores, viviendo en espantosa promiscuidad, siendo los más débiles objeto de toda clase de humillaciones por los más fuertes, lo que despertó, en el padre Amigó no el deseo, sino la necesidad, de hacer algo por ellos. E hizo todo cuanto estuvo en su mano en su ansia de dulcificar y hacer más llevadera la existencia a aquellas gentes, muchas de las cuales eran más dignas de lástima que de condena. De Montehano fue traslado a Valencia, en el año 1.881, ciudad de la que había salido casi ocho años atrás. Desde el convento de la Magdalena, en Masamagrell, reemprende sus tareas apostólicas y toda la comarca valenciana conoce muy pronto la labor del capuchino. Su preocupación principal continuó siendo las clases más necesitadas y marginadas, entre las que se contaban las visitas a la cárcel. Precisamente el penal de San Miguel de los Reyes constituye uno de los sitios a los que dedicó más atención. Comprendió que los presos estaban necesitando ayuda y con un grupo de jóvenes, formados en las Escuelas de Cristo, emprendió una labor social con los presos. Contando treinta años, funda, en el Santuario de Montiel (Benaguacil), a las hermanas Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia, a las que destina, de acuerdo con su constante preocupación social a cuidar a los enfermos más desamparados e hijos de familias necesitadas. Cuatro años más tarde funda, también en Valencia, a los Terciarios Capuchinos de Nuestra Señora de los Dolores para que se preocupen de educar cristianamente y reinsertar en la sociedad a los jóvenes marginados. Los Terciarios Capuchinos con su trabajo educativo, elaboraron a principios de siglo un método educativo para la recuperación de los menores con problemas de conducta y participaron activamente en la elaboración de la primera Ley Tutelar de Menores de España y en la implantación de los Tribunales Tutelares. A los cincuenta y dos años de edad, monseñor Amigó fue nombrado obispo de Solsona y más tarde de Segorbe. Su actividad no varió en lo más mínimo en su trato afable y sencillo y su apoyo en los movimientos católicos en favor de agricultores y obreros. Como obispo, monseñor Amigó continuó atendiendo a todas las congregaciones que había fundado y que se iban extendiendo por todo el mundo, trabajando en un campo tan difícil como es el de la educación de los jóvenes. En el año 1.934, próximo a cumplir los ochenta anos, su salud se quebrantó de forma alarmante. Trasladado a Godella, a la casa de Terciarios Capuchinos, moría plácidamente el día 1 de Octubre. Tres días más tarde era enterrado en Masamagrell en la Iglesia de las Terciarias Capuchinas. Hoy, siguiendo las directrices que marcó su Fundador, los Terciarios Capuchinos dirigen su misión principalmente a aquellos niños y jóvenes que, por mil razones, han tropezado en la vida o no han encontrado su camino, que la desgracia ha aventado y el vicio o la droga, prostituido. Su acción educativa y terapéutica abarca la totalidad de la persona y la causa o circunstancias que hayan podido desencadenar las situaciones difíciles que ellos presentan, sean familires, sociales, sicológicas, etc. Esta labor la llevan a efecto en centros de readaptación, de protección o preservación, de observación y diagnóstico, de acogida, en hogares o casas de familia, en escuelas profesionales o agrícolas, en comunidades terapéuticas, en consultorios sicopedagógicos, en residencias juveniles, en barrios marginados, etc.

El objetivo principal de los Terciarios es promover el desarrollo integral del menor, procurando su realización individual y su progresiva readaptación y reinserción en su medio sociofamiliar, ayudándole a adquirir madurez y autonomía. Abarcan cuantas actividades ayuden a liberar a los jóvenes de la problemática en la que se hallan inmersos, sea personal, social o familiar. Especial interés tienen las actividades deportivas, ocupacionales, culturales, de formación profesional, cívicas, humanas, catequéticas, etc. Atentos al devenir de los tiempos, y a la diversidad de lugares y culturas, los Terciarios Capuchinos organizan y planifican su acción en un sistema coherente y progresivo cuyas características más notables son: conocimiento exhaustivo del menor; la atención en una terapia individualizada, gradual y dosificada, respetando el tiempo de todo proceso reeducativo en sus fundamentales y progresivas etapas, trabajando en pequeños grupos en ambiente agradable, abierto y familiar. Los Capuchinos Terciarios desarrollan sus actividades en trece naciones de Europa y América. Ya como obispo, monseñor Jose María Amigó y Ferrer, cuyo nombre en la Orden fue fray Luis de Masamagrell, su pueblo natal, conserva en su expresion y mirada una plástica representacion de su limpio espíritu, de su bondad y entrega a los demás

DONDE ESTAMOS 

Presencia de los ¨Amigonianos¨ en el mundo

Provincia de Luis Amigó

Delegación Mártires Amigonianos

Provincia de San José

Provincia del Buen Pastor

Costa de Marfil Filipinas Colombia Costa Rica
España Italia Ecuador Puerto Rico
Polonia Brasil Venezuela
Alemania Chile Nicaragua
Bolivia Rep. Dominicana
Argentina Panamá
México
U.S.A

Quisieramos llenar la tierra, llegar a todos los rincones. Porque el problema es universal. Esa es nuestra meta. Esa, nuestra ilusión. Mientras estos son los países en los que hoy estamos presentes:

España, Polonia, Costa de Marfil, Filipinas, Italia, Argentina, Chile, Brasil, Colombia, Ecuador, Panamá, Nicaragua, Venezuela, Costa Rica, Rep. Dominicana, Estados Unidos, Alemania, Bolivia, Puerto Rico.

 La congregación está distribuida en tres Provincias Religiosas y una delegación:

Provincia San Jose, Provincia Luis Amigó, Provincia Buen Pastor, Delegación Asia ¨Martires Amigonianos¨

Como nos Preparamos 

Nuestra preparación va dirigida a llenar:

Las exigencias de nuestra vocación religiosa y sacerdotal y los compromisos de nuestra misión.
-Entre nosotros, en fraterna igualdad, se puede optar por el sacerdocio si a el se siente llamado. Y se pueden seguir igualmente otros estudios requeridos para el cabal desempeño de nuestra misión, por ejemplo:

• magisterio,
• catequetica,
• filosofía,
• teología,
• psicología,
• pedagogía,
• sociología,
• servicio social,
• derecho del menor,
• artesanía,
• maestría industrial,
• etc…

Y cada uno es respetado, ayudado y promovido dentro de sus peculiares aptitudes. Porque las demandas que formulan los niños y jóvenes que atendemos hace necesaria la presencia de quienes se entusiasman:

• por la técnica y la ciencia,
• por el arte y la cultura,
• por los trabajos manuales,
• por los medios de comunicación,
• por la música y los deportes,
• por la naturaleza,
• por las cosas bellas…
• Hace falta la presencia de quienes, en definitiva, se entusiasman por la Vida.

ESPIRITUALIDAD AMIGONIANA

Espiritualidad y Pedagogía

Nuestra Congregación participa en la misión de la Iglesia, sacramento universal de salvación, con una misión especial transmitida por el Padre Fundador y ratificada por la misma Iglesia en cuyo nombre la ejercemos: la educación cristiana de la juventud desviada del camino de la verdad y del bien.(Constituciones de los RR. Amigonianos nº56).

Esta misión apostólica es esencial a la Congregación. Nos constituye testigos e instrumentos del amor de Cristo a los jóvenes y nos exige: actuar conforme a la pedagogía del amor cuyo objetivo fundamental es restituir al hombre la dignidad que le corresponde como hijo de Dios (Constituciones de los RR. Amigonianos nº 57).

La Congregación ha desarrollado en el transcurso de su historia, y continua desarrollando, una pedagogía especial que convenimos en llamar Pedagogía Amigoniana. Se aplica actualmente en el Cono Sur teniendo en cuenta las peculiaridades culturales de la zona.

El objetivo de esta pedagogía es la reeducación, rehabilitación, corrección y adaptación de niños y jóvenes que por diversas motivaciones han entrado en conflicto consigo mismos o con la sociedad: jóvenes con carencias afectivas, familiares y sociales; con insuficiencias y disminuciones materiales y morales; con alteraciones de conducta y perturbaciones de personalidad.

Fundamentada en el Evangelio, la Pedagogía Amigoniana contempla en cada joven la actualización del misterio de Cristo. Por eso ha tomado y asimilado algunos pasajes del evangelio en los que encuentra perenne inspiración para la acción pedagógica: el Buen Pastor, la oveja perdida, el buen samaritano…

La Pedagogía Amigoniana requiere, para su puesta en práctica, de educadores, religiosos y laicos, que hayan asumido su mística, que vivan su fe y el Carisma Amigoniano, de personas que estén en talante de crecimiento, trabajen en equipo de educadores y se preparen científica y técnicamente para esta misión.

Las notas características de esa Pedagogía son: 

Terapéutica: es propio de la pedagogía Amigoniana curar traumas psíquicos, subsanar deficiencias, compensar carencias, desarraigar malos hábitos, corregir desadaptaciones. Realiza esta tarea después de hacer el diagnóstico de la personalidad del alumno y aplicando las medidas oportunas según el tipo de afección y su intensidad.

Personalizada: La Pedagogía Amigoniana, que tienen en cuenta y valora la dimensión social del hombre, parte de la constitución, identificación y valoración del individuo como persona en su entidad única e irrepetible, sujeto de derechos inalienables, en cuya curación y rehabilitación centra su principal solicitud. El tratamiento pedagógico se ajusta a las peculiaridades y condiciones biopsicológicas.

Integral: Proponiéndose la formación integral del hombre, la Pedagogía Amigoniana tiene en cuenta todos y cada uno de los aspectos de la personalidad: físico, afectivo, volitivo, intelectual, técnico y espiritual. Tiende, por tanto a la formación integral del hombre maduro, equilibrado, responsable.

Dosificada: Según la capacidad receptiva del alumno se regula la intensidad de las medidas terapéuticas; éstas se aplican progresivamente, sin forzar los pasos de la maduración psicológica, y se acomodan a las características del alumno, a sus posibilidades y logros educativos.

Preventiva: El tratamiento educativos intenta salvar al joven de nuevos males, prevenir las recaídas, encauzar, afianzar y robustecer la personalidad,.. Los mecanismos estimulantes (notas, vales…) son de apoyo, de sostén, preventivos más que coercitivos.

Familiar: Las relaciones y convivencia entre alumnos y educadores se apoyan en elementos afectivos y paternales. El ámbito de intercomunicación está formado por pequeños grupos llamados “familias” que permiten unas relaciones personales primarias y que disponen de locales adecuados para crear un clima de familia. Implica a la propia familia del joven en el proceso educativo mismo, pidiéndole su creciente y progresiva colaboración.

Luis Amigó …un hombre que se fió de Dios…. 

Llamados por Dios con un don particular a vivir más plenamente la consagración bautismal y la gracia de la confirmación,los terciarios capuchinos, con una respuesta libre,lo dejamos todo y, por medio de los votos de pobreza, castidad y obediencia, nos consagramos especialmente a Dios en el servicio de la juventud extraviada y nos comprometemos a seguir más de cerca a Cristo pobre, virgen y obediente. (constituciones, 10)
 
Jesucristo Buen Pastor

….seguimos a Cristo, Buen Pastor, que da la vida…. por sus ovejas

Nuestra Madre de los Dolores 

» Ahí tienes a tú Hijo, ahí tienes a tu Madre «. 
( Espiritualidad Amigoniana, 147)

María es la primera colaboradora de la obra de Cristo, que vino a » buscar lo que estaba perdido «. Es el mejor modelo del amor maternal que debe animar a quienes, en la misión apostólica de la Iglesia, cooperan a la regeneración de los hombres.
Por ello Luis Amigó la lega como Madre a los amigonianos bajo la advocación de La Virgen de los Dolores.
Junto a nuestra Madre, la Virgen de los Dolores, aprendemos también el amor sacrificado y encarnado. Su presencia en nuestra vida es fuente de generosidad y de la misericordia, de la fortaleza y de la ternura que siempre requiere nuestra misión. El amor maternal de María, de pie junto a la cruz, inspira y estimula nuestra dedicación como fieles ejecutores a favor de los jóvenes de la herencia y voluntad de Jesús:
 
San Francisco de Asís

Francisco de Asis que ha trazado un estilo de vida en sencillez, servicio y fraternidad
Los amigonianos, pertenecemos a la Tercera Orden Regular.
Francisco preparó la Primera Orden : Hoy los Franciscanos (OFM), los Conventuales (OFM.Conv), Los Capuchinos (OFM.Cap). También la Segunda Orden con el apoyo de Santa Clara de Asís: Hoy son Las Clarisas y Capuchinas (de vida contemplativa); Y fundó la Tercera Orden Seglar, para los seguidores se San Francisco laicos.

Con el tiempo nació de la tercera regla la Tercera Orden Regular: Hoy llamada T.O.R., pero a finales del siglo XIX y comienzos del XX, surgieron más familias franciscanas que la Santa Sede incorporó a la Tercera Regla para los Consagrados. Los amigonianos y amigonianas, con aprobación pontificia en 1902, fueron incorporados a esta tercera regla de vida. De ahí el nombre oficial de las Congregaciones amigonianas: RELIGIOSOS TERCIARIOS CAPUCHINOS DE NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES (T.C.) y Hermanas Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia (H.T.C.) 
La figura de Francisco de Asís es tan interesante que te invitamos a que lo conozcas mejor, pulsando aquí .

SAN FRANCISCO DE ASIS 1182 – 1226 

El P. Luis Amigó, siempre y con frecuencia recordaba a sus dos fundaciones su pertenencia a la gran familia franciscana. Él unido estrechamente al testimonio de San Francisco de Asís quiso que sus nuevas fundaciones que centraban «lo franciscano» en la infancia y juventud desviada del camino de la verdad y del bien, tuvieran en la raíz de su espiritualidad el seguimiento de Cristo al estilo de Francisco

( 1182-1226) Nació el año de 1182 en Asís. Fue hijo de Pedro Bernardone y de Mona Pica. Hasta los 24 años llevó una vida muy disipada. Un día cayó enfermo y decidió cambiar, pero pronto lo olvidó. Por designios eternos, a San Francisco le cupo la dicha de iniciar la reforma de la Iglesia. Entró un día en la Iglesia de San Damián, y oyó la voz de Cristo a través de un crucifijo, diciéndole: «Francisco, repara mi Iglesia, que, como ves, amenaza ruina». El creía que se trataba de aquella Iglesia material y casi derruida y él se dispuso de inmediato a la tarea. Pero no era esa tarea la que El le encomendaba, sino otra más difícil y mejor, de gran trascendencia: reparar la Iglesia Espiritual de Cristo que en aquel tiempo amenazaba ruina. ¿Cómo lo hizo? Con humildad y oración. A partir de aquel entonces Francisco ya no sería el mismo.

Su padre, al ver su cambio, lo recoge y lo encierra en casa. Francisco tira por la ventana los paños de su padre, que lo arrastra ante el Obispo para castigarle. Y Francisco dice: «en adelante sólo diré, `Padre Nuestro que estás en los Cielos’, no ‘padre bernardone’, pues le devuelvo dinero y vestidos». Y se marchó.

Su vocación se le aclaró en la fiesta de San Matías. Al oír en el Evangelio que los servidores de Cristo no debían poseer oro ni plata, ni alforja, ni calzado ni dos túnicas, exclamó: «esto es lo que yo buscaba y lo que quiero cumplir». Y se decidió a seguir en todo al pie de la letra el Evangelio y los pasos de Nuestro Señor. Le siguieron discípulos y una noble doncella, Clara.
Este fue el mensaje de Francisco: reproducir en todo la vida de Jesús, vivir su pobreza, imitar sus pasos y doctrinas. «el mismo dios me Reveló, -dice su Testamento- que debía vivir según la norma del santo Evangelio». Según las «Florecillas», Cristo quiso renovar su Vida y Pasión en Francisco. El eligió doce compañeros como Jesús, y al morir mandó traer unos panes, los bendijo y repartió.

Comenzó en Greccio la devoción del «Pesebre». En 1224 un ángel seráfico le imprime con indescriptible hermosura las cinco llagas de las manos, pies y del costado de Cristo, viviendo sus últimos años una vida realmente crucificada. Tuvo gran amor a la Virgen, amor que extendió a todos los hombres. Mimaba a los enfermos y besaba a los leprosos. Ampliaba también el amor a los animales y les hablaba con cariño. Vivía y recomendaba la oración prolongada, la obediencia, la hospitalidad, la alegría -¡la perfecta alegría!-, la humildad, hasta el punto de no querer pasar de diácono. Era enemigo de discutir y le rogaba a Dios: «¡SEÑOR, HAZME INSTRUMENTO DE TU PAZ!» Amaba sobre todo a la santísima pobreza, la Dama Pobreza, tanto que pidió al Papa en Roma les concediera ese género de vida.

Casi ciego ya por la mucha penitencia y continuó llorar, vio que le llegaba la 
muerte. «sea bienvenida mi hermana la muerte», exclamó. Murió en la Porciúncula, el 4 de octubre de 1226, a los 44 años de edad. Fue canonizado dos años después en Asís por Gregorio IX. Dos años más tarde fueron trasladados sus restos a su Basílica, tan hermosamente decorada por los frescos de Giotto.

Viviendo el Evangelio de la Misericordia 

Confianza ilimitada en Dios. Él me ha creado por amor. Me mantiene en la existencia por amor, a pesar de conocer mi naturaleza pecadora. No quiere mi muerte y mi desgracia, sino que viva y que sea feliz. Por ello ha entregado a su Hijo muy Amado, Jesucristo, para que yo pueda entrar en su vida.
Abandono en las manos del Padre que tanto me ama y que sólo busca mi bien. Este abandono no se puede dar sin fe y esperanza ilimitadas en Él.
Humildad , que es vivir en la verdad de lo que somos, con nuestra capacida de levantarnos a lo más alto y descender a lo más bajo. La humildad nos lleva al conocimiento y reconocimiento de nuestro pecado y nos abre al arrepentimiento y a la misericordia de Dios. Y Dios nos responde, no conforme a la juticia, sino a su Misericordia.

MisericordiaEl hombre que se sabe amado y perdonado de este modo, no puede más que comunicar y dar lo que él ha recibido como manifestación de su gratitud: «Sed misericordiosos como vuestro Padre es Misericordioso».
 
Motivados por la fidelidad de los hermanos mayores
que dieron la vida entera:
unos mártires…otros… día a día…

Con una misión especial encomendada por la Iglesia..
…ir tras lo que está perdido….

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