Mensaje Padre Superior General Fray Frank Gerardo Pérez Alvarado

Un saludo fraterno a ustedes mis queridos hermanos. Hemos celebrado con alegría el Capítulo General y los Capítulos Provinciales, es mi deseo que este acontecimiento llene de gozo nuestros corazones para que podamos amar cada día más al Dios que tanto nos ama y servir a Cristo encarnado hoy en las personas que tanto nos necesitan. Los últimos días del mes de junio he estado presente en el Capítulo Provincial de la Provincia de San José en Colombia, y la segunda semana de julio en el de la Provincia del Buen Pastor en Costa Rica y he podido estar muy pendiente del desarrollo del Capítulo de la Provincia Luis Amigó, estos eventos son los que han de marcarnos, desde el discernimiento y la búsqueda de la voluntad de Dios, el camino a seguir para recrear juntos el gran proyecto congregacional, guiados por el Espíritu y con un mismo horizonte. La introducción del primer acuerdo del XXII Capítulo General dice: “El Espíritu que es misión y que actúa siempre en el mundo, suscitó por medio del Padre Luis Amigó nuestra Congregación para acoger y acompañar niños, niñas y jóvenes en situación de vulnerabilidad y sus familias. En nuestra época suscita nuevas formas de misión. Desde aquí queremos dejarnos animar, para profundizar en nuestra identidad de consagrados, abriéndonos a nuevas formas de vivir nuestra fraternidad en el pueblo de Dios, escuchando el grito de los jóvenes que nos interpelan desde las periferias”. Quiero resaltar las acciones que contiene el texto y que pueden, como lo hacen dentro de los acuerdos, ser el punto de partida de una seria reflexión y sobre todo el norte (o el sur, si quieren) de nuestro actuar:

• Dejarnos animar. Sí, dejarnos, es decir, darle espacio al Espíritu, que es protagonista de toda esta hermosa historia que inició en Valencia en 1889.

• Profundizar en lo que es nuestra esencia, lo que es propio y nuestro, sin necesidad de tomar prestado de otras fuentes ajenas cuando somos tan ricos y privilegiados carismáticamente.

• Abrirnos a nuevas formas de vivir la fraternidad. No es que haya que inventarse algo nuevo, sino dejarnos permear por la rica presencia de los laicos que hacen de nuestras obras y comunidades un lugar especial, más amplio y más humano. Entendiendo que no son una salida para atender nuestras obras, sino un regalo del Espíritu que viene a fortalecer nuestra presencia y hacen de nuestra Congregación una gran familia. Abrirnos también a que nuestro carisma vaya más allá de las paredes de nuestros conventos y capillas, pues no podemos detener la fuerza del Espíritu -que ha derribado muros y hoy se expresa a través de la vida de los laicos, no pocos, que se identifican con nuestro carisma (incluidos aquellos que no comparten nuestra religiosidad o nuestra fe). Así como este mismo Espíritu irrumpió en la Iglesia en aquellos días que nacimos como Congregación, hoy creemos que irrumpe en la Iglesia para renovar la forma de ejercer nuestra misión como “zagales del Buen Pastor”.

• Escuchar. La misión hoy nos invita especialmente a cultivar la capacidad de escucha. Una actitud que nos enriquece y nos ayuda a identificar las voces que hoy demandan nuestra presencia.

• Y desde la escucha, dejarnos interpelar para identificar los nuevos lugares teológicos, nuevos espacios y modos donde ejercer la misión que nos interpelan y donde se nos revela el mismo Dios, y en los que se nos invita a hacernos presentes (las nuevas periferias físicas y existenciales de las que nos habla el Papa Francisco). Por todo esto, la escucha es, hermanos, la actitud que desde el Gobierno General nos hemos propuesto ejercitar antes de elaborar nuestra propuesta para el presente sexenio. Queremos escuchar a los religiosos y laicos que conforman nuestra familia amigoniana, de cada Provincia y de la Delegación de Asia, para desde ahí elaborar nuestro Plan de sexenio respetando el ritmo y la identidad propios de cada demarcación y, de esta manera, poder acompañar a cada gobierno provincial desde sus necesidades y su realidad. Hermanos, que estos días de planeación de los nuevos gobiernos provinciales sean un momento de gracia para la vida de su Provincia.

Les abrazo y pido a Jesús Buen Pastor les bendiga.

Fray Frank

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