I – UN MODELO
Cuando en la literatura de no hace muchos años el sustantivo pastoral venía sin adjetivo, en el fondo aparecía un campanario o, tal vez unos años más tarde, alguna imagen relacionada con los enfermos, los grupos de jóvenes o, ya en tiempos y lugares concretos, la evocación del trabajo. Hoy las imágenes son variadas y ricas en color y contenido. La parroquia entonces se presentaba compacta, con respuesta para todos y para todo. Hacía parte de una sociedad en la que estaba integrada y ocupaba puesto de primera línea. El trasfondo del campanario o de otras imágenes no es un simple detalle. No se puede desconocer el dinamismo del Vaticano II que llevó de vuelta a la Iglesia de Cristo a comprenderse como pueblo de Dios en camino, como familia de los hijos de Dios con una responsabilidad frente a la humanidad, como comunidad en construcción y, con ello, a recordar que la pastoral va más allá de la parroquia pero que ha de pasar por ella. Esa vuelta de la Iglesia sobre su propia identidad la coloca el actual Pastor la Iglesia de Roma en clave de ‘camino sinodal de renovación’, que nos reúne en la misma tarea al grande y al pequeño, al clérigo y al laico, a los efectivos y a los titulares, ya que por el bautismo hacemos parte de esa comunidad, donde “la vida es una bellísima aventura que nadie puede enfrentar aislado. Tenemos necesidad de una comunidad que nos ayude y nos sostenga, y en la que nos ayudamos mutuamente a mirar adelante… cada uno con la propia voz, todos hermanos” . (1)
II – NUESTRAS PARROQUIAS
Basta una mirada rápida al Manual de Historia de la Congregación (2) para constar la presencia amigoniana en el campo parroquial: San Francisco Javier, Sierra, España (1944), San Antonio de Padua, Bogotá, Colombia (1948), San Francisco de Asís, Naiguatá, Venezuela (1957), San Onofre, San Giovanni Rotondo, Italia (1957), Sant Servatius, Immendorf, Alemania (1962), San Bartolomé Apóstol, Bogotá, Colombia (1965), Madre del Dolor, Madrid, España (1967), San Pantaleón, Morón, Argentina (1967), Nuestra Señora de Monte Sión, Torrent, España (1968), Mater Dolorosa, Makati, Filipinas (1987). A finales del Siglo XX, de las enunciadas solamente cuatro continuaban siendo dirigidas por religiosos amigonianos. Las otras, y algunas más, habían vuelto a la diócesis. Iniciando el presente siglo, la lista de nuestra presencia en parroquias vuelve a crecer en número. Aquí también nos ayuda a identificarlas la Historia de la Pedagogía Amigoniana (3)
III – HACIA LA PARROQUIA AMIGONIANA
El numeral anterior pretende únicamente recordar que en un momento de nuestra historia la presencia en la pastoral parroquial era nada más que un capítulo especial, por no llamarlo no constitutivo de nuestra identidad. La reflexión a que nos han llevado los foros congregacionales sobre la misión, así como la lectura de la realidad sociocultural, nos han ayudado a entender que, sin dejar los existentes y conocidos, también hay un modo amigoniano del ejercicio pastoral en la comunidad cristiana establecida jurídicamente, mejor conocida como parroquia.
En ella la familia amigoniana se obliga a que esa su parroquia amigoniana haga una opción preferente por los jóvenes en su entorno familiar y social, especialmente por los más pobres y socialmente excluidos: “la juventud desviada del camino de la verdad y del bien”.(4)
Esta opción es la respuesta a una llamada concreta de Dios que nos hace reconocer a Cristo en los más pobres y nos une más estrechamente con la Iglesia y su misión salvífica. Esta atención incluye también a otras personas en situación de necesidad: presos, emigrantes, ancianos, enfermos, llevando siempre el sello de la misericordia y la redención. (5)
Fr. Pedro Acosta R.
Consejero General, Responsable Comisión Pastoral
1. FT, 8.
2. VIVES AGUILELLA, Juan Antonio, Historia de la Congregación, 2005.
3. VIVES AGUILELLA, Juan Antonio, Historia de la Pedagogía amigoniana, 2020
4. Constituciones, 56.
5. Carta de identidad de la parroquia amigoniana.