Los Laicos en la Familia Amigoniana Importancia y sentido

En la Carta de Identidad de la Familia Amigoniana se dice que forman parte de la misma todos aquellos que “siguiendo la estela de nuestro Fundador, el P. Luis Amigó, nos sentimos llamados –bien desde la propia opción de fe o bien desde nuestra misma sensibilidad humana- a encarnar los valores, profundamente humanos, que Cristo testimonió en su vida y proclamó solemnemente en las Bienaventuranzas”. Por tanto, más allá de la condición de cada uno, religioso o laico, lo que da sentido de pertenencia a la Familia Amigoniana es la respuesta vital a esa llamada a encarnar los valores del Evangelio en nuestra vida y en nuestra labor desde el espíritu y carisma amigoniano.

Cada vez vamos tomando más conciencia que el devenir de la Iglesia estará marcado, más por el compromiso en la vivencia de la fe, que por el estado de vida por el que cada uno opte (ya sea la consagración religiosa, el sacerdocio ministerial o el laicado). Ocupando un especial relieve por sus características propias la aportación del laicado. Dentro de la familia amigoniana la importancia de los laicos se revela al darnos cuenta de cómo la labor que se realiza en nuestras instituciones, que si bien en un comienzo de la vida de la congregación atendían mayoritariamente los religiosos, está gestionada en un número considerable por laicos. Son ellos quienes llevan el peso en muchas de ellas y son ellos quienes están llamados, junto con los religiosos, a transmitir y hacer perdurar nuestro carisma en el mundo. Muchos de ellos han crecido y se han formado en nuestros grupos parroquiales, grupos de voluntarios y centros profesionales. Otros han asumido nuestro ideario al entrar en contacto con nosotros. Pero todos sienten que la impronta amigoniana traspasa los límites del quehacer profesional dando un especial barniz a todo el ser. La Iglesia del CVII afirma en LG 41, a propósito de la llamada a la santidad, que “todos los fieles cristianos, en las condiciones, quehaceres o circunstancias de su vida, y precisamente por medio de todo eso, se podrán santificar más y más cada día… manifestando a todos… la caridad con que Dios amó al mundo”. El gran desafío por tanto del laicado en nuestro mundo hoy es generar estilos de seguimiento de Cristo que sirvan de referencia para la vida cristiana en medio del mundo. Estilos que nos hagan accesible el modo de encontrar a Dios desde la opción por los pobres. Una opción que en nuestro caso se traduce por la opción preferencial por servir y ayudar a los niños, jóvenes y familias en situación de vulnerabilidad en todas las acciones que llevamos a cabo como familia amigoniana, ya sea en parroquias, comunidades, colegios o centros y programas específicos de atención. Y un modelo de seguimiento que además está “impregnado” por la espiritualidad y carisma que desde Luis Amigó, y a lo largo de la vida de la historia y tradición de nuestra congregación, ha ido gestándose y empapando todo nuestro ser y nuestro hacer.

La característica fundamental de la espiritualidad laical viene dada por su aspecto de encarnación en el mundo y en la realidad social. Siendo ese mismo mundo el ámbito en el que el laico amigoniano está llamado, de manera implícita o explícita, a vivir su vocación de seguimiento de Jesús y, de manera especial, a la hora de afrontar tantas situaciones que generan vulnerabilidad y marginación en los menores y sus familias. Y todo ello desde la identificación con los valores, actitudes y formas de conducta de Jesús, expresadas en el modo de hacer amigoniano, que posibilitan presentar una imagen de Dios vivo, misericordioso y compasivo entre nosotros. La espiritualidad amigoniana, basada en las parábolas de la misericordia, se enriquece así con la aportación de los laicos que desde su propio carisma y aportando a la causa del Reino sus dones particulares, contribuyen a una sociedad más justa donde encuentran “una mano amiga” quienes son, desde nuestro carisma, una opción preferente de nuestra labor educativa y pastoral. Y que testimonian, a través de esta solidaridad y de la vivencia de los valores del Evangelio, la misericordia con los que sufren, la capacidad de compasión y de perdón, la confianza en la superación, el servicio sin afán de dominio, la lucha incansable en favor de la justicia, la esperanza y la fortaleza de espíritu ante situaciones adversas.

Como señala el P. Juan Antonio Vives en su escrito sobre Identidad y misión de los Cooperadores Amigonianos, “la participación de los seglares en la triple dimensión que comporta todo carisma religioso –la teológica, la fraterna y la apostólica– debe realizarse, como se ha visto en el Proyecto de Vida, traduciendo como espiritualidad seglar el carisma mismo de la Congregación, superando en todo momento –y aquí se entraría ya en el “sueño”– la tentación de ver en los laicos unos meros colaboradores de los religiosos; la tentación de convertirlos en seguidores del carisma, pero “de segunda división”. La participación integral en el carisma del Instituto religioso convierte al seglar –y esto nunca puede ser olvidado– en heredero de pleno derecho del mismo”.


Comisión familia Amigoniana Provincia Luis Amigó


BIBLIOGRAFÍA

Carta de Identidad de la Familia Amigoniana.

VIVES AGUILELLA, Juan Antonio. “Identidad y misión de los Cooperadores Amigonianos”.

Diócesis de Vitoria. “La misión de los laicos”. Vitoria 2004.

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