COLEGIO PADRE LUIS AMIGÓ PAMPLONA, NAVARRA

A esta comunidad del Colegio Luis Amigó de Pamplona, llegamos después de concluir nuestra visita a la Comunidad de la Residencia de Burgos. Fueron por nosotros, el P. Oltra y servidor, hasta esa ciudad, los hermanos José Manuel Durá y José Luis Iriarte, dado que los hermanos de Burgos no están en condiciones para un viaje de esta clase. Llegamos a la comunidad a las 12.30 y aprovechamos el resto de día para descansar y mirar los asuntos referentes a la agenda, dadas las muy diferentes actividades del Colegio y los compromisos de los hermanos de casa, que además de los señalados, director y superior, está compuesta por el P. Javier Martínez, P. Félix Jiménez, P. Luis Irazabal, P. Pedro Flóres y Fr. Ángel Zabalza.
El día primero de la visita iniciamos los encuentros con la comunidad, aspecto central y esencial de la visita y en donde exponemos a los hermanos, desde las constituciones y el documento Despertad al Mundo, los dos elementos nucleares: volver al amor primero y el rescate de la vida comunitaria fraterna, abriendo luego un diálogo sobre estos temas, el que en esta comunidad fue rico, profundo, amplio, nacido del corazón y maduro, lo que da señas de una comunidad que está a gusto, caminando y construyendo, sin desconocer la luz de la cruz que siempre nos acompaña.
El segundo día además del encuentro comunitario, fue el tiempo para acercarnos al Equipo directivo del Colegio. Con ellos, siete personas, tuvimos un diálogo de corazón a corazón, intenso y cálido, constructor de persona y exigente en la medida en que ellos descubren que tienen que ser las mejores personas, para formar los mejores maestros, de modo que puedan a su vez estos ser formadores de hombres y mujeres que sepan ser buenas personas y desde allí ser los mejores ciudadanos y profesionales.
En la tarde, también nos encontramos con todo el grupo de profesores, cerca de 120. Fue un saludo, un contar cómo la visita canónica hecha a los 22 países en donde estamos es un espacio para la cercanía, la compañía, el animar y fortalecer no solo a los hermanos de la comunidad, sino a toda la familia de nuestras instituciones y en ella, especialmente a nuestros maestros, pues son ellos, los que poseídos por el mismo espíritu de Amigó, se proponen como referentes desde su propia vida testimonial en lo humano y cristiano, y de esa forma hagan el aporte más trascendental en la formación de sus alumnos.
En esta ciudad y aledañas, están tres comunidades de hermanas terciarias capuchinas. Dos de ellas en Burlada, en donde tienen un colegio y una casa de hermanas mayores, en total 27 religiosas. Y en Zizur, una ciudad cercana y en donde los hermanos desde muchos años atrás prestan el servicio de la capellanía, y allí son 38 religiosas ancianas y ya dependientes. Con cada comunidad compartimos un buen tiempo, contamos nuestros quehacer misionero y nos dejamos impregnar del espíritu misionero, de la autenticidad de vida, de la capacidad de entrega de tantos años por hermanas que han ido dejando su vida en tantos lugares del mundo y ahora en sus últimos años, siguen siendo testimonio de la necesidad de vivir en la lógica de Dios.
El jueves en la noche, recibimos la visita del Señor Arzobispo de Pamplona Don Francisco Pérez González, quien muy cercano a Fr. José Manuel Durá, prefirió venir para compartir un tiempo con toda la comunidad. Llegó a las 20.00 horas y desde el primer momento nos sorprendió con su calidez humana, su serenidad, la calidad del pastor que le gusta tener espacios de intimidad y cercanía con quienes viven su misma experiencia de caminar hacia Dios. Lo recibimos como comunidad en pleno en la sala, con él compartimos el quehacer fraterno y él a su vez nos comparte sus inquietudes de Iglesia Particular. Luego cenamos en casa junto con él a quien vimos disfrutando de la presencia de la comunidad y animándonos en la labor vocacional de religiosos y laicos, pero señalando la necesidad de tener comunidades que sean referentes de vida y de misión.
Es necesario reseñar que la Congregación tiene en esta comunidad y en la misión apostólica del Colegio una gran reserva espiritual, pedagógica y de servicio. Es reconocida la comunidad por su larga trayectoria cercana ya a los 50 años en la ciudad; el Colegio se ha constituido desde el punto de vista arquitectónico de avanzada en un paradigma pedagógico; los espacios deportivos para uso de alumnos y de clubes internos y externos son admirables; la calidad educativa que tiene el colegio, considerado hoy uno de los 16 mejores de España sorprende; pero por sobre todo, es de anotar la calidez y  cercanía de sus directivos, la alegría de servir, como proyecto de vida, reflejada por los docentes y un colegio que a pesar de su gigantismo, son 1.600 alumnos, mantiene el espíritu de familia y se puede  degustar el sabor de la amigonianidad.
Que Dios bendiga a todos los hermanos en su ser de consagrados, en su compromiso de ser fraternidad y en el servicio misionero y apostólico que desarrollan al lado de un grupo grande y bueno de laicos con el mismo espíritu.

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