El miércoles 14 de junio llegamos al Colegio, habiendo viajado por tierra desde Barquisimeto, a donde nos fue a buscar muy amablemente el P. Fernando Vargas, un tico-venezolano que ya lleva 28 años en estas tierras bendecidas.
La comunidad hoy solo tiene dos hermanos; el P. Manuel Santos, con la salud algo precaria, y el P. Fernando, quien preside como Director General un hermoso Colegio de más de ochocientos alumnos y con unos 60 profesores.
El diseño de la casa de comunidad y del Colegio, el esplendor de estas tierras, la luz del sol y el agua que la baña permanentemente, junto a una geografía privilegiada, hacen de esta comunidad e Institución un paraíso perdido, en una tradición de 60 años de presencia amigoniana, con alto sentido de pertenencia de los miles de egresados hoy ubicados en todos los sectores sociales de la pequeña ciudad y del Estado.
Con los dos hermanos de comunidad, hicimos el trabajo que venimos realizando en todas las comunidades de la Congregación. Les escuchamos largamente en la situación de soledad y algo de abandono en el que ahora viven dadas las circunstancias legales que impiden el ingreso de religiosos que no sean nativos. Acompañamos, animamos y fortalecimos su vida de consagración, la poca vida fraterna que pueden llevar y la misión apostólica gigantesca que desarrollan en tan precarias circunstancias.
Tuvimos la oportunidad de escuchar a los alumnos; nos encontramos con el equipo de pastoral presidido por el P. Fernando y con un excelente grupo de colaboradores laicos internos y externos a la institución; escuchamos sus ilusiones y sus quereres, también sus angustias y desilusiones.
Nos sentamos con el grupo administrativo y de servicios generales, quienes manifiestan un alto grado de identidad con el Colegio, laboran con inmenso amor, tienen casi todos muchos años de trabajar en el Colegio y en varios casos como si fueran cargos que se heredan de padres a hijos y quienes a su vez educan a sus hijos en el Colegio.
Tuvimos la oportunidad de sentarnos a escuchar al grupo de maestros de la Institución, nos contaron del inmenso aprecio que tienen por la comunidad y por el Colegio. Educadores de hasta 43 años de permanencia en el Colegio. Muy angustiados con la situación que vive el país, el deterioro que viene sufriendo la sociedad y cómo esta se siente fuerte en el debilitamiento de valores y principios en los chicos del Colegio, y a ellos los sorprende sin herramientas adecuadas en su bagaje, pues ya llevan un buen tiempo que no se renuevan. Recuerdan con ternura infinita a Fr. Alfredo Andrés, al P. Julio Álvarez y al P. Francisco Moránt, de quienes dicen recibieron las mejores lecciones de vida.
Hicimos la visita a los hermanos que después de muchos años de trabajar fuera de su patria y al servicio de esta comunidad de Yaracuy, aquí se quedaron para siempre y desde el cielo continúan su intercesión: Fr. David María de Terriente, Fr. Atanasio Arias Suárez, P. Miguel Cabanas Casanova, y Fr. Alfredo Andrés González.
El domingo celebramos la Eucaristía en el Auditorio de la Institución en la que participaron los niños y niñas que pronto recibirán la Primera Comunión y celebrarán el sacramento de la Confirmación que estaba prevista para estos días, pero no fue posible porque el Obispo de la diócesis, Mons. Víctor Hugo, quien es el secretario general de la Conferencia de Obispos de Venezuela, fue citado por el Santo Padre a Roma para hablar sobre la situación del país.
Con el Señor Obispo, a quien el Padre Fernando invitó al almuerzo el domingo, nos enteramos de primera mano de la otra versión de la situación Venezuela. Realmente alarmante y necesita de nuestro apoyo orante.
Hacia las 14.00 horas del domingo 18, emprendimos el regreso hacia Barquisimeto en donde abordamos el avión hacia Caracas.
Que el Buen Dios bendiga, acompañe y proteja a estos hermanos en su lucha diaria y nos regale muchas vocaciones venezolanas que vengan para ser el relevo en estas presencias necesarias y en estas obras que son de Dios.