Compartimos con toda la Congregación, este articulo publicado en el Periodico “El Tiempo” de Colombia, que relata el trabajo de los Amigonianos en el Centro de Atención al Joven Carlos Lleras Restrepo; Institución Amigoniana perteneciente a la Provincia San José y liderada por el P. Carlos Mauricio Agudelo. Tc
Alcalde del Medellín, Federico Gutiérrez resaltó el modelo del Centro de Atención al Joven Carlos Lleras Restrepo.
Medellín 05 de marzo 2019
Un modelo de verdadera resocialización, que busca dar herramientas y oportunidades para que los jóvenes sean útiles y consoliden un proyecto de vida.
Así calificó el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, el trabajo que se desarrolla en el Centro de Atención al Joven Carlos Lleras Restrepo, el lugar donde están hombres y mujeres que siendo menores de edad infringieron la ley y hoy cumplen una medida de pérdida de la libertad.
«Estos jóvenes cometieron un error, por eso están acá y la responsabilidad nuestra como sociedad es entender que van a salir a incorporarse a la sociedad y les estamos dando todas las herramientas para que cuando salgan se sientan bien, sean útiles y no haya reincidencia, que no vuelvan nunca a un sitio como este o a un sitio penitenciario», expresó el mandatario local, tras una visita al sitio, este martes 5 de marzo. Gutiérrez resaltó que en este sitio, que es potestad del Icbf pero es operado por la Congregación de Religiosos Terciarios Capuchinos, hay acompañamiento sicosocial y cada joven tiene el derecho a seguir estudiando su primaria, su bachillerato o, incluso, un programa de educación superior. En el centro, que está cobijado por el aire puro del corregimiento San Cristóbal, de la capital antioqueña, actualmente conviven unos 350 jóvenes, entre hombres y mujeres. “Estos jóvenes cometieron un error, por eso están acá y la responsabilidad nuestra como sociedad es entender que van a salir a incorporarse a la sociedad” Es el caso de Camila*, de 17 años, quien llegó al sitio en diciembre de 2017 por participar en un hurto contra un taxista en el centro de la ciudad. Su corta vida ha estado llena de transformaciones. «Yo era una niña juiciosa, pero empecé a tener malas amistades que me llevaron al centro y a partes a las que no debía ir, allá cogí muchas mañas, mi vocabulario cambió completamente, estaba muy flaca, acabada por el vicio y solo me metía en problemas, me mantenía peleando, no hacía caso», recuerda la joven, quien ya habla con seguridad. Para ella, su paso por el lugar le ha cambiado de nuevo la vida. Esta vez para bien. «He mejorado mi manera de expresarme, esto acá le ayuda mucho a uno, acá a uno en serio lo reeducan», expresa y agrega que hoy adelanta sus estudios de octavo y noveno. Gutiérrez explicó que además de acceder a los estudios que dejaron pendientes, hay un total de 49 jóvenes que fueron beneficiados con becas de la alcaldía para estudios de educación superior. Les dan el permiso de salir de la institución para ir a la universidad. En el centro de atención al joven también acceden a distintos procesos formativos. Uno de los pedagogos del lugar explicó que tienen talleres, espacios académicos, proyecto de granja y huerta, clases de artes, sesiones terapéuticas, hora de lectura libre, momentos deportivos, entre otros. La metodología implica no centrarse en el delito, sino en el ser humano y encontrar también las causas por las cuales los jóvenes cometieron un delito. Uno de los primeros pasos es que puedan perdonarse. Asimismo, trabajan con el modelo de justicia restaurativa, que busca que tras aceptar que cometieron un error e hicieron un daño a la sociedad, pidan perdón a la víctima, con una carta o un encuentro personal, si es posible. O por medio de un acto simbólico. Juan* tiene 21 años y llegó al centro cuando recién cumplió los 19. Siendo menor de edad se vio envuelto en un homicidio que partió su vida en dos. «A mí me inculcaron muchos valores positivos, yo tenía méritos académicos, pero a los 14 o 15 años cuando entre en la adolescencia, empecé a rodearme de amistades que no me convenían, empecé a desviarme y a delinquir», manifestó. El tiempo que ha pasado en el Carlos Lleras le ha servido para replantear su proyecto de vida. Es estudiante de Derecho. «Cuando llegué, lo primero que me encontré fue un personal dispuesto, alegre, con muchas características positivas, personas que iban a estar ahí para ayudarme, que no miraban el delito, sino la persona», añadió. En una tarde cotidiana del centro de atención, los balones ruedan por la cancha bajo los pies de jóvenes que juegan tranquilamente juegos que antes no estaban pensados para ser compartidos por hombres y mujeres, pero que hoy son posibles. Ellos y ellas disfrutan los mismos espacios y las buenas relaciones que han construido.
En un corredor, un joven lee solitario. Más allá, una chica le arregla cuidadosamente las uñas a un compañero, al lado de la pequeña maleta rosa de plástico en la que guarda limas, esmaltes y pinzas. Algunos más conversan. Sin embargo, quienes llevan tiempo en el sitio recuerdan que unos tres años antes el sitio parecía un centro carcelario, con presencia de armas, disputas y agresiones entre jóvenes, disturbios y fugas constantes y riñas. Hoy, se respira un aire de respeto y convivencia. * Nombres cambiados MEDELLÍN
Texto e imagenes cortesia: www.eltiempo.com
Video Cortesia: www.Telemedellin.com