Concluida la visita a la comunidad de la Ciudad de los Muchachos en Arteixo, el día dos de noviembre viajamos el P. José Oltra y el P. Marino, acompañados por Fr. Delfín Pereda, hacia Torrelavega en Cantabria. Por parajes de paisajes bellísimos entre la montaña y el mar, siguiendo la Cornisa Cantábrica, salimos de Galicia y atravesamos Asturias para llegar a Cantabria, en un recorrido de más de 450 kilómetros. Llegamos a nuestra comunidad de la Ciudad de los Muchachos en Torrelavega hacia las 13 horas, de modo que acompañamos a la comunidad y a los niños en la comida.
Ya en la misma tarde hicimos un encuentro comunitario para definir el horario de nuestra visita fraterna, dando siempre prioridad a los encuentros de la comunidad para exponer los dos temas troncales de la visita: Volver al Amor Primero y Regreso a la Vida Comunitaria Fraterna, apoyados en las Palabras y Gestos del Papa Francisco y en nuestras Constituciones, concluyendo con el encuentro de cierre para evaluar la visita y formular los compromisos personales y comunitarios.
En esta comunidad encontramos al P. Jurgen Hoffend, quien es Superior, Director y Administrador; el P. José María López y Fr. Domingo Lecumberri, hermanos ya jubilados pero en plena actividad, con los muchachos y en las necesidades parroquiales y diocesanas; y a Fr. José Ignacio Rodríguez, religioso y educador de tiempo completo.
En la tarde, tuvimos el encuentro con los doce educadores que trabajan en los tres diferentes proyectos: Centro de Día que tiene capacidad para trece plazas; Unidad Residencial internado para 4 chicos; Servicio de orientación al menor SOAM que tiene tres Centros Juveniles en diferentes barrios de la ciudad con aproximadamente 120 chicos hasta los 25 años. El encuentro con ellos fue muy cálido y cercano, nos contaron de los años que llevan trabajando en esta misión, cómo se han apropiado de ella haciéndola su proyecto de vida, el significado que tiene para ellos involucrarse con este tipo de menores y cómo a pesar de las dificultades, no quisieran cambiar por ningún otro, este servicio de construcción de humanidad y reconstrucción del tejido social. Son también diferentes las propuestas pedagógicas que la comunidad está gestando, con el pensamiento de dar respuesta a las nuevas situaciones de nuestros muchachos y familias en una ciudad en donde la migración es alta y las necesidades se sienten.
Al día siguiente fuimos a la capital de la Autonomía de Cantabria, Santander, a unos 40 kilómetros, para encontrarnos con el Señor Obispo de la Diócesis, Don Manuel Sánchez Monje, quien nos recibió sin prisa alguna, nos contó con pasión los planes que en la Nueva Evangelización y guiados por la Exhortación Apostólica “La Alegría del Evangelio” del Papa Francisco, tienen trazados para la diócesis, en la búsqueda de vincular a todos los agentes de pastoral en la vida de las comunidades parroquiales y de la diócesis, lo que luego nos fue confirmado con el mismo entusiasmo por el párroco de La Asunción, el P. Juan Carlos, a donde pertenece nuestra comunidad y a través de la cual llegó la Congregación a estas tierras cántabras y en donde han participado los hermanos de la comunidad en la vida parroquial, siendo reconocidos por la sociedad, por el Ayuntamiento y tenidos como un referente de vida evangélica y de desarrollo social.
Acompañamos los cuatro días de nuestra estancia a todos los hermanos en la vida comunitaria e institucional, compartiendo, oración, fraternidad y apostolado ya que la dimensión de la casa y el número de chicos atendidos lo facilita.
El domingo como comunidad nos desplazamos a la Parroquia de la Asunción para concelebrar la Eucaristía de las 11.30, por especial deferencia del sacerdote que acompaña la parroquia en este momento, el P. José, de origen colombiano, de la diócesis de Nueva Pamplona con motivo de la enfermedad de su párroco Juan Carlos. También una de las tardes, el P. José nos acompañó para la cena.
Como comunidad, tuvimos la oportunidad de hacer varias salidas para conocer la ciudad y sus alrededores y el día que estuvimos en Santander visitando al Obispo, dimos un recorrido por la hermosa ciudad, tan bien cuidada, con la alegría de tener mar y montaña, con la hermosa catedral y armoniosa arquitectura de una ciudad hecha para vivir con sosiego.
Agradecemos a los hermanos de esta comunidad su calidez, sus detalles y la apertura en la realización de la visita. Que el Señor siga bendiciéndolos y que mediante su testimonio Él nos regale vocaciones religiosas y laicales para que trabajemos por nuestros niños en unidad de espíritu.