El Calendario Amigoniano

Aunque el carisma corredentor de nuestro Padre tiene su inspiración central en Cristo Redentor y Buen Pastor, se nutre también en el ejemplo de la Madre del Señor al pie de la Cruz. Junto a nuestra Madre, sus ansias apostólicas se revisten del afecto materno con el que es necesario estén animados todos los que en la misión de la Iglesia cooperan para regenerar a los hombres.”  (Manual de Espiritualidad 30)
Quienes vivimos la experiencia de iniciar el camino amigoniano desde niños en el seminario seráfico, pudimos beber de una fuente, me atrevería a decir, casi incontaminada, la ardiente devoción a los principios y valores amigonianos, representados en la Madre Dolorosa como Madre del Dolor y Madre del Amor, y en la excelsa figura de nuestro amado Padre y Fundador, Luis Amigó – quien nos la regaló en el mismo nombre que nos ha identificado durante muchos años: “Religiosos Terciarios Capuchinos DE Nuestra Señora de los Dolores”, como señal clara y contundente de la identidad y pertenencia que nos habría de caracterizar -. Y en la devoción cercana, evocadora de un ser identitario que tendríamos que labrar en el ejemplo que se nos presentaba de María y Luis, se nos fueron sembrando las características y actitudes propias de quien habría de vivir una forma de vida, en donde dos figuras señeras se nos presentaban, no como modelos, porque solo lo es el Señor Jesús, pero sí como figuras emblemáticas de una forma de ser y comportarse que nos guiarían durante toda la vida.
Es así como siempre esperamos los meses de septiembre y octubre para vivir las fiestas que se preparaban largamente. Era la fiesta del Espíritu, porque se hacía centrado todo en las acciones litúrgicas; pero eran también las fiestas del encuentro humano, porque alrededor de estas fechas teníamos teatro, deportes, salidas comunitarias y por qué no recordarlo, hasta la mesa variaba y abundaba.
Son recuerdos que se tejen en la vida y que con el correr del tiempo van generando formas de ser y de vivir que nos identifican y que nos permiten desde la pertenencia adquirida, transmitirlos a otros como invitación para seguir el senderito blanco del Fundador que evocaba el poeta Eduardo Marquina.
Quienes no vivieron la experiencia desde niños en la escuela seráfica, también tuvieron la oportunidad de hacer estos aprendizajes primeros en sus procesos como aspirantes, postulantes y novicios, y aquí sí, marcados más por las características identitarias y de pertenencia amigonianas que vivieran el prefecto o maestro de  novicios del momento.
Pero creo y así lo podemos palpar en nuestra instituciones, que procesos que marcan la identidad y la pertenencia amigoniana se han dado en todos los religiosos y también hoy en nuestros laicos, de maneras diferentes y con resultados también más o menos marcados, pues cuando llegan estos meses todos nos movilizamos para que nuestros niños, los fieles de nuestras parroquias, los grupos de educadores, las personas que trabajan a nuestro lado, y en especial los laicos y laicas amigonianas, vivan esta experiencia espiritual y de encuentro fraterno al cobijo de figuras espirituales de la dimensión de la Madre Dolorosa y el Padre Fundador.
Posteriormente y sobre todo después de su beatificación, han entrado nuestros queridos hermanos beatos mártires a hacer parte de estos procesos iniciáticos en la amigonianidad. Y no creo que sea mera coincidencia,  porque en las cosas de Dios esto tiene el nombre de Providencia Divina, tan valorada por nuestro Padre Fundador, el hecho de que la conmemoración de nuestros beatos y también las beatas mártires se encuentren  calendadas el 18 y el 28 del mismo mes de septiembre. También en este mes de septiembre, el día 19, conmemoramos el acontecimiento de Ser Iglesia, con la Aprobación Pontificia de la Congregación en 1902, cuando se nos recuerda que tenemos como exigencia de nuestra vida, “expresar con toda claridad la apremiante caridad de Cristo Señor”.
El mes de octubre, ya desde el primer día, cuando celebramos el tránsito de nuestro amado Padre Fundador y los días 17 y 18 las fechas de su nacimiento y bautismo, nos trae también la fiesta de uno de los grandes pilares de la amigonianidad, el Padre San Francisco, quien con su vida e identidad con el Evangelio, sobre todo desde el rescate de la humanidad en la acción misericordiosa, se ha constituido desde las mismas raíces, en razón de nuestro ser y del presentarnos al mundo como quien vive una espiritualidad que le es propia, la de Francisco de Asís.
Son motivos, que si puestos en el corazón, se van haciendo razones para vivir y para con nuestra vida, hacerlos transparencia de las actitudes que nos son características, y que hechas vida, hacen de nuestro trabajo apostólico un verdadero servicio de evangelización a los más pequeños del mundo.
Fr. Marino Martínez P. tc

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