PASADO Y PRESENTE DE LOS CENTROS
DE PENSAMIENTO O “THINK TANKS” EN
EL MUNDO

El origen de los centros de pensamiento en el mundo se remonta al siglo XX como un fenómeno que surge en Inglaterra a partir del fin de la segunda guerra mundial. En el año 1910 aparece la Fundación Carnegie que dio lugar a otros espacios generadores de conocimiento como el Instituto Brookings y el Consejo de Relaciones Exteriores. Esta Fundación es considerada el Centro de Pensamiento originario que emerge como respuesta ante dos situaciones específicas (Montobbio, 2013):

  • El desarrollo de las ciencias sociales y la fe en la aplicabilidad de soluciones científicas a la elaboración de políticas que se instalan a partir de la revolución científica del siglo XIX

  • La apertura del sistema político en virtud de las interacciones entre los diferentes poderes y actores sociales

    Posteriormente los centros de pensamiento se fueron expandiendo, siendo el Instituto de Economía Affaris uno de los principales centros de la posguerra que tuvo incidencia en la creación de muchos think tanks con estatutos propios e independientes, conservando un estilo democrático desde varios campos especializados en asuntos de la vida particular (Chamorro, 2016; El tiempo, 1995).

    Hacia el año 1945 nacen los centros de pensamiento por contratación, cuyo objetivo era ayudar a superar las limitaciones que tenía el gobierno de la época. En esta línea, la Corporación RAND contribuyó en la expansión por Europa hasta llegar a los años sesenta donde se formalizaron y trasladaron a América.

    Entre los años 1999 y 2000 con la caída del muro de Berlín, la transición hacia la democracia y los procesos de globalización económica, tiene lugar la mayor expansión de los Centros de pensamiento. Durante esta época y mediante la creación de redes que aportan en la difusión del conocimiento, los think tanks logran evolucionar y adaptarse a los diferentes sistemas políticos, modelos socioeconómicos, marcos legales, culturas y contextos de debate intelectual (Montobbio, 2013).

    Con la llegada del siglo XXI o nuevo milenio3, se transforman en organizaciones de la sociedad civil que se caracterizan por formar parte de un sistema enlazado entre Estado, sociedad y mundo académico, favoreciendo los procesos de investigación en ciencias sociales. Acorde con estos cambios, los centros de pensamiento adquieren ciertas particularidades entre las cuales se destacan (Castillo, 2009; El tiempo, 1995; McGann, 2011; Montobbio, 2013):

  • Su naturaleza no puede estar sesgada por intereses partidistas, ni religiosos, ni sindicalistas, ni gremiales, ni vinculados a peculiaridades culturales que impidan alcanzar autoridad moral, política, cultural y científica.

  • Deben estar conformados por personas de vuelo intelectual, con capacidad de cooperación, interesadas en debatir ideas, hacer estudios o investigaciones sobre diversos aspectos, motivadas en lograr cambios de mentalidad sin conflictos de intereses.

  • Proceden al desarrollo y expresión de la sociedad en general, convirtiéndose en un “instrumento de poder blando” en la medida en que argumentan, convencen e inciden en la opinión pública.

  • Buscan el conocimiento y el progreso con relación a un ámbito social, un sector de actividad, el contexto internacional o una ideología.

  • Mantienen un evidente carácter diferenciador y presencial al investigar y elaborar propuestas concretas de actuación social.

  • Persiguen la difusión del pensamiento con la legitimidad que le otorga ser el creador de propuestas como entidad especializada e interlocutora.

Con el transcurrir del tiempo, los centros de pensamiento o “Think Tanks” empiezan a distinguirse como organizaciones sociales que planifican, realizan y ejecutan investigaciones sobre determinadas áreas prioritarias. Asimismo, comienzan a especializarse en temas propios para plantear propuestas de actuación política sobre las cuales es posible categorizarlos o vincularlos (Castillo, 2009; Castillo & Smolak, 2016). Dentro de estas categorías se destacan (Castillo, 2009; Chamorro, 2016; McGann & Sabatini, 2011):

 

a) Centros de pensamiento autónomos e independientes: Aquellos que no responden a ningún grupo de poder en particular, realizan socializaciones públicas y producen normatividad.

 

b) Centros de pensamiento afiliados a los gobiernos o universidades: Aquellos que realizan sus actividades bajo contrato, es decir, bajo la demanda del gobierno o instituciones que participan en la elaboración de políticas públicas y de desarrollo social.

 

3Referirse al “nuevo milenio” es una forma de designar la llegada del siglo XXI y nombrar aquellos sucesos que surgen a partir de los años 90, cuyas generaciones crecen hoy en un contexto influenciado por la globalización y las tecnologías. Estas generaciones adquieren el nombre de “millennials” o “nativos digitales” y se distinguen por emprender nuevos desafíos en las actividades humanas, además de producir e intercambiar el conocimiento (Pedró, 2006).

 

c) Centros de pensamiento afiliados a universidades sin estudiantes, instituciones u organizaciones privadas: Aquellos cuya principal actividad es la producción de investigación, el análisis y la promoción del conocimiento, aportando en el desarrollo multidimensional de la sociedad.

 

d) Centros de pensamiento con fines de lucro: Aquellos vinculados a una organización particular, con el fin de producir análisis y propuestas que integrarán sus programas y proyectos.

En el año 2006 el Programa Think tanks y Sociedades Civiles de la Universidad de Pennsylvania inicia un proceso de evaluación de los centros de pensamiento mundial, con el fin de hacer un reconocimiento a las contribuciones y nuevas tendencias globales emergentes. El resultado de este proceso es la asignación de rankings internacionales, es decir, un nivel de posicionamiento e influencia determinado por factores como la independencia, la preparación de los pensadores, el rigor intelectual, la calidad de las investigaciones, la incidencia en los actores claves de la sociedad y la transmisión del conocimiento en los medios de comunicación (Castillo, 2009; Castillo & Smolak, 2016; Chamorro, 2016; Seiler & Wohlrabe, 2010; Wohlrabe & Meyer, 2017).

En la actualidad, con los desafíos del postmodernismo y del relativismo ético, los centros de pensamiento están llamados a encontrar su propia identidad dentro del entorno cultural, político, económico e histórico (Urrutia, 2013) y con ello, incentivar el acto de pensar sobre el pensamiento con la intención de mejorar el modo de afrontamiento ante aquellas divergencias humanas que desencadenan en conflictos de mayor rigor y atención. A su vez, deberán maximizar su influencia en la toma de decisiones nacionales e internacionales como recurso potencial para el diseño análisis y gestión de políticas públicas en todos los ámbitos: salud, educación, cultura, derecho, economía, seguridad, defensa, medio ambiente, recursos naturales, energía y relaciones internacionales (Montobbio, 2013; Urrutia, 2013).

Centro de Pensamiento, Doctrina y Pedagogía Amigoniano