La red internacional de educadores reaviva y alienta el amigonianismo al compartir y multiplicar experiencias significativas que dan cuenta de la existencia, sentido y apropiación de la propuesta pedagógica amigoniana en diversos contextos económicos, políticos, sociales y culturales.

Mediante la red se difunde y transmite la obra misional, pastoral y apostólica de la congregación, y es el educador amigoniano la persona llamada a desarrollar esta función en medio de los contactos que los relatos de vida y el viaje hacia sí mismo sigue completando2. El educador amigoniano es quien procura ver en los sujetos todo lo que hay, es quien mantiene espíritu de piedad e instruye, es quien emplea su actividad cotidiana de manera consciente y libre en la educación del otro3. Es aquel que conserva una actitud abierta hacia los demás, conoce la filosofía amigoniana y mantiene afinidad con ella sin importar su ocupación, profesión, disciplina, vinculación institucional o corporativa.

En la red se reconoce la pluralidad de formas vinculantes y la diversidad de motivos para instaurar relaciones interpersonales, el intercambio que se genera parte de los aprendizajes realizados por todos los educadores desde sus propios saberes fundantes, actualizados y transformados en el contacto con la pedagogía Amigoniana. De ahí que la red rescata (Martínez, 2015):

• Que es bueno estar juntos.

• Que hay que respetar la memoria.

• Que en la tradición hay un tesoro.

• Que en el cambio existe una posibilidad.

• Que somos muchos y si estamos juntos somos más.

• Que tender la mano al necesitado es bondadoso y misericordioso.

  A la vez, sirve para buscar respuestas a las preguntas que mueven a los educadores amigonianos: ¿Qué valores tenemos? ¿Cuáles son las costumbres, acciones, rutinas y rituales? ¿Qué modos tenemos de hacer las prácticas Amigonianas existentes? ¿Qué pensamos? ¿Qué sentimos? etc.

  Desde la red de educadores amigonianos se legitima la cultura de comunicación humana y se genera saber porque:

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• Promueve la reflexión pedagógica mediante el intercambio de experiencias, trayectorias, prácticas y saberes en educación desde diferentes contextos.

• Conlleva al reconocimiento de la pedagogía amigoniana como eje para la creación o ampliación de espacios considerados válidos, dentro del extenso conjunto de posibles modos de educar y transformar en un contexto particular.

• Sirve de plataforma para visibilizar, analizar y socializar variadas problemáticas o fenómenos sociales en favor de la obra amigoniana.

• Construye una serie de interrelaciones dentro de un sistema social, es decir, relaciones próximas para establecer nuevos modos de acercarse a la realidad apoyando espacios de encuentro y formación en el ámbito de la intervención social.

• Facilita los procesos de consolidación personal y colectiva al mantener una estructura constructiva, abierta al crecimiento y la diversificación de vínculos en su interior y al exterior.

La red se transforma en escenario generador de estrategias que permiten leer la memoria de un quehacer y los aprendizajes específicos que subyacen a la labor misional en cada uno de los países donde hace presencia la obra amigoniana.

Los miembros de la red comprometidos con el carisma amigoniano, serán los portavoces encargados de proporcionar una aproximación a las prácticas y procesos sociales vividos, reconociendo que la red de educadores amigonianos no es un fin en sí mismo sino un medio para poder realizar juntos lo que no podemos realizar solos, tal como en algún momento lo enunció Helen Keller (1908)4 : “solos podemos hacer poco, juntos podemos hacer mucho”.

 

2 Del texto “El horizonte de la pedagogía Amigoniana: sentidos por donde puede transitar la red de educadores”, construido por el P. Fray Marino Martínez Pérez (2015) Superior General de los Religiosos

TerciariosCapuchinos, para el Encuentro Latinoamericano de la Ruta de la Pedagogía Amigoniana.

3 P. Fray Fidenciano González Pérez, (2004). Léxico Amigoniano. Diccionario de la pedagogía Amigoniana. Madrid.

4 Helen A. Keller (1880–1968) escritora norteamericana experta en educación especial para discapacitados. Entre sus obras se destacan “la historia de mi vida” (1902), “optimismo” (1903) y “el mundo en el que vivo” (1908).